Hola a todos. Esta es mi primera publicación. Es un relato de fantasía que escribí hace un tiempo; muestra con intención jocosa y ligera algunos fenómenos de la mecánica cuántica. Espero les agrade.

Psicoanálisis del electrón

Aquella tarde, el electrón llegó muy puntual a su consulta psicoanalítica. El doctor lo recibió cordialmente y le hizo tenderse en un diván colocado en el centro de la habitación. El doctor se sentó en una silla, al lado del diván, y le explicó brevemente la mecánica de la sesión, recordándole su duración (una hora) y el monto de sus honorarios. El doctor comenzó invitando al electrón a contarle por qué había solicitado esta consulta. El electrón empezó inseguro, con ademanes muy bruscos:

- Verá usted doctor . . . siempre he sido una partícula muy sensata y sociable. Llevo una vida tranquila y me encanta convivir con mis amigos . . . pero cuando estoy solo . . . siento que me transformo . . . me pasan cosas terribles.

- Explíqueme – dijo el doctor, mirando fijamente al electrón que se mostraba cada vez más angustiado.

- Hace unos días, por ejemplo, . . . estaba yo solo en la salita de mi apartamento viendo la televisión . . . de repente tuve antojo de un emparedado . . . así que fui a la cocina a prepararme uno . . . cuando de pronto . . . me dí cuenta de . . .

El electrón se detuvo y empezó a jadear entrecortadamente, poseído por un fuerte nerviosismo.

- ¿Y? – dijo simplemente el doctor para motivarlo a seguir.

- De repente . . . me di cuenta de que . . . ¡mientras preparaba mi emparedado en la cocina yo continuaba en la sala viendo la televisión! ¡Me sentía en dos lugares distintos al mismo tiempo¡ - gritó el electrón presa de la desesperación.

El doctor escribió solapadamente en una libretita: “Disociación esquizofrénica de personalidad”. El doctor le pidió al electrón que se relajara un momento y respirara profundamente para poder continuar. El electrón lo intentó, pero no consiguió tranquilizarse del todo, por lo que reanudó su relato con sus ademanes toscos que no podía evitar:

- Pero eso no es todo doctor. Otra ocasión . . . mientras dormía . . . ¡me escurrí fuera de mi apartamento cerrado! ¡Como si hubiera traspasado la pared durante la noche! . . . Al día siguiente desperté en la calle . . . acostado en la acera junto a mi edificio.

El doctor escribió en su libretita: “Sonambulismo”. En ese momento sonó el teléfono del consultorio y el doctor, con expresión de enojo, le dijo al electrón:

- Discúlpeme un segundo por favor, déjeme despachar esta interrupción. No tardo nada.

El doctor se volvió hacia el teléfono dando la espalda al electrón y en cuanto el doctor dejó de observarlo, el electrón perdió su consistencia y se esparció por todo el espacio del consultorio; el electrón sentía que ocupaba la habitación entera y podía ver al doctor simultáneamente desde todas las perspectivas posibles. Sin embargo, en el instante en el que el doctor se volvió a mirarlo otra vez, el electrón se compactó instantáneamente, pero ahora ya no estaba acostado en el diván, sino parado junto a la ventana.

-¿Por qué se levantó del diván? – preguntó el doctor.

El electrón estaba totalmente confundido.

-¡Pero si yo no me levanté! . . . Hace un mometo sentí que . . . volaba . . . y de repente . . . aparecí aquí junto a la ventana . . . ¡Qué me pasa doctor! ¡Quién me está haciendo esto! - exclamó el electrón en el colmo de la angustia.

El doctor escribió en su libretita: “Alucinaciones psicóticas. Amnesia paranoide”. En este punto el doctor decidió interrumpir la sesión, aunque todavía faltaban más de treinta minutos para cumplir la hora de consulta. Con expresión sombría le dijo al electrón:

- Mire, voy a ser honesto con usted. Su caso es muy grave y requiere el uso de fármacos. Yo no puedo recetarlos porque soy psicólogo y no psiquiatra. Pero lo voy a mandar con una amiga que es una excelente psiquiatra. En esta tarjetita está su nombre y la dirección de su clínica. Por favor acuda con ella de inmediato.

El electrón, muy afligido, tomó la tarjeta y pagó sus honorarios (completos) al doctor, agradeciendo su ayuda. El doctor, preocupado, cerró los ojos por un momento y el electrón salió del consultorio por la puerta y la ventana simultáneamente.