Hola. Les comparto otro relato de ficción que he escrito. Espero les agrade.

Diez minutos

. . . a las 9:24 de una noche de lunes el científico, ingeniero e inventor Dr. E.R. ajustaba el último módulo de su más reciente invento. Por fin la había terminado. Dio unos pasos hacia atrás y se quedó de pie un momento, mirando su obra cumbre. Pensó que su máquina del tiempo no se parecía a ninguna de las que se describían o se veían en los libros o películas de ciencia ficción, pero eso no importaba. Importaba que su máquina no era de ficción, era real, y estaba convencido de que funcionaría.

El Dr. E.R. caminó emocionado hasta su máquina y empezó a programarla para su primer viaje por el tiempo. Deseaba fervientemente ir al pasado y visitar a sus ídolos: Galileo, Newton, Faraday, Maxwell, Einstein, Bohr, y muchos otros. Pero como una prueba inicial decidió programar su máquina para un viaje más modesto: sólo diez minutos al pasado. El Dr. E.R. no tardó mucho en programarla y dejarla lista; en cuanto tocara el comando de activación, la máquina retrocedería el tiempo diez minutos. El Dr. E.R. miró su reloj, las 9:34, respiró profundamente, tocó el comando de activación y . . .

. . . a las 9:24 de una noche de lunes el científico, ingeniero e inventor Dr. E.R. ajustaba el último módulo de su más reciente invento. Por fin la había terminado. Dio unos pasos hacia atrás y se quedó de pie un momento, mirando su obra cumbre. Pensó que su máquina del tiempo no se parecía a ninguna de las que se describían o se veían en los libros o películas de ciencia ficción, pero eso no importaba. Importaba que su máquina no era de ficción, era real, y estaba convencido de que funcionaría.

El Dr. E.R. caminó emocionado hasta su máquina y empezó a programarla para su primer viaje por el tiempo. Deseaba fervientemente ir al pasado y visitar a sus ídolos: Galileo, Newton, Faraday, Maxwell, Einstein, Bohr, y muchos otros. Pero como una prueba inicial decidió programar su máquina para un viaje más modesto: sólo diez minutos al pasado. El Dr. E.R. no tardó mucho en programarla y dejarla lista; en cuanto tocara el comando de activación, la máquina retrocedería el tiempo diez minutos. El Dr. E.R. miró su reloj, las 9:34, respiró profundamente, tocó el comando de activación y . . .

. . . a las 9:24 de una noche de lunes el científico, ingeniero e inventor Dr. E.R. ajustaba el último módulo de su más reciente invento. Por fin la había terminado. Dio unos pasos hacia atrás y se quedó de pie un momento, mirando su obra cumbre. Pensó que su máquina del tiempo no se parecía a ninguna de las que se describían o se veían en los libros o películas de ciencia ficción, pero eso no importaba. Importaba que su máquina no era de ficción, era real, y estaba convencido de que funcionaría.

El Dr. E.R. caminó emocionado hasta su máquina y empezó a programarla para su primer viaje por el tiempo. Deseaba fervientemente ir al pasado y visitar a sus ídolos: Galileo, Newton, Faraday, Maxwell, Einstein, Bohr, y muchos otros. Pero como una prueba inicial decidió programar su máquina para un viaje más modesto: sólo diez minutos al pasado. El Dr. E.R. no tardó mucho en programarla y dejarla lista; en cuanto tocara el comando de activación, la máquina retrocedería el tiempo diez minutos. El Dr. E.R. miró su reloj, las 9:34, respiró profundamente, tocó el comando de activación y . . .

. . . a las 9:24 de una noche de lunes . . . . . .