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Hans Geiger (1882-1945) y Walther Müller (1905-1979)

Siempre tuve ganas de tener un contador Geiger. ¿Por qué? Pues la verdad es que no lo sé. Seguramente por poder "ver" cosas que de otro modo no hay manera... El caso es que, como he contado en algún otro lugar del foro, participé como tribunal en unas oposiciones y, entre que eso se paga bastante bien y que es una pesadez de las que merece hacerse un autorregalo, me lancé a comprarme uno.

Aviso que aunque la intención es que esta entrada sea la primera al menos ésta no va a ser sobre Física, sino sobre las peripecias por las que se puede pasar, si eres español, al comprar un Geiger (y por extensión otros equipos) fuera de la Unión Europea. Y de paso dar algunos consejos sobre el tema.

1. Elegir el modelo

Por supuesto, lo primero es la elección del modelo. Obviamente el presupuesto es determinante, pero el rango de precios es bastante amplio, como también las prestaciones que ofrecen.

Simplificando, a partir de mi experiencia, señalaría estos aspectos como temas a valorar:
  • Sensibilidad: hay modelos que están diseñados para la detección de radiactividades elevadas, pensados más para la protección civil en caso de guerra o accidente nuclear, pero poco útiles para jugar (muchos de los equipos que se venden en la red, de la época de la guerra fría, son de este tipo). Otros están diseñados para la detección de radiactividades bajas, que se saturan en cuanto es elevada. Con tal de que el máximo no sea demasiado bajo, o que se tengan intenciones particulares, si lo que se quiere es jugar, llegado el caso de tener que enfrentarse a una radiactividad muy elevada poco importa si se trata de 100 mSv/h o 400 mSv/h ¡Escapa!
  • Radiactividad detectada: prácticamente todos los Geiger detectan beta y gamma (aunque esta última con una eficiencia lógicamente baja). Algunos ofrecen además la capacidad de detectar alfa, rayos X e incluso neutrones. Digamos que la detección de alfa es la que podría marcar alguna diferencia, desde el punto de vista de comprarse uno para jugar. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el aire tiene un importante poder de absorción de la radiación alfa, con lo que no siempre podrá formar parte del juego de un modo apreciable.
  • Tamaño del tubo: aunque uno podría pensar que "la burra grande ande o no ande", una ventana de entrada al tubo Geiger-Müller pequeña permite hacer medidas más puntuales. Sin embargo, a la hora de hacer medidas sobre materiales con actividad muy baja, como sucede con la gran mayoría de lo que tendremos a nuestro alrededor, una ventana grande acorta notablemente los tiempos de acumulación de cuentas necesarios para poder detectar algo diferente del fondo, al poder enfrentar el contador a una superficie mayor del material a medir.
  • Almacenamiento y volcado de datos: no todos los detectores permiten hacer medidas que computen la evolución temporal de la radiactividad de una muestra. Si ésta característica es deseable (y para jugar la recomiendo) conviene mirar también qué hardware y software es necesario para el volcado de los datos en el ordenador, no vaya a ser que esa característica implique desembolsos adicionales con los que inicialmente no contábamos.
  • Otras características: otros aspectos a tomar en consideración puede ser si el tubo Geiger-Müller está integrado o es independiente (algo que es útil, por ejemplo, para hacer medidas en suelos mientras caminamos o nos desplazamos en bicicleta), el peso, emisión de sonido (indispensable en la búsqueda de muestras activas), posibilidad de establecer alarmas, o la duración de la batería, aunque en esto último los fabricantes suelen dar el dato que corresponde a tener activo el detector en las condiciones de menor consumo de energía (es decir, sin sonido, luz en el display y, sobre todo, realizando medidas en condiciones baja radiactividad). También conviene echarle un buen vistazo a las posibilidades que ofrezca con respecto a acumular


2. Medición de radiactividad en alimentos

Es habitual incluir en las valoraciones la capacidad de poder medir radiactividad en alimentos. A este respecto hay que decir, en primer lugar, que salvo que se trate de muestras tan contaminadas que el detector ya "pite" con sólo acercarlo, lo que nos vamos a encontrar normalmente es una actividad muy débil que se superpone a la ambiental. En consecuencia, no será una simple cuestión de "acerco y mido", sino que hay que dejar el detector acumulando cuentas el mayor tiempo posible.

Por otra parte, conviene tener presente que absolutamente todo es radiactivo, con lo que la cuestión auténtica es "¿cuán radiactivo es?". Con esto quiero decir que, por ejemplo, tenemos potasio por todas partes (¡nosotros mismos!) con lo que el ⁴⁰K (0,0127% del K), que es un emisor beta, proporcionará una buena parte de las cuentas de cualquier alimento. Como consecuencia, a priori no tienes una manera sencilla de saber si la actividad de un alimento se debe al ⁴⁰K o a ¹³⁷Cs, por ejemplo, que también es un emisor beta. Por supuesto, la alternativa sería recurrir a algún equipo espectrográfico, pero entonces debes preparar un presupuesto muchísimo más alto.

Además sucede que en caso de afrontar una contaminación por emisores alfa no habrá manera de detectarla, salvo que sea superficial, pues no alcanzará a salir al exterior debido al elevado poder de absorción frente a la radiación alfa que ofrecen todos los materiales.

En definitiva, mi consejo es no incluir la detección de radiactividad en alimentos entre los factores a tomar en consideración, por mucho que lo subraye algún fabricante o vendedor como cualidad supuestamente positiva para un equipo.

3. Comprar el detector

Parece una tontería, pero no lo es. Lo que uno espera cuando decide comprarse un Geiger es mirar en un par de tiendas y ya está. Pues no.

La primera sorpresa es que, salvo que vivas en USA o Japón, la oferta que te encontrarás, al menos en España, es ínfima y con unos precios a veces desorbitantes, sobre todo si comparas con los que te puedes encontrar en cualquier tienda en USA. Otra cosa curiosa, y que no sólo sucede en España, son las tiendas que en lugar de dar precios lo que ponen es "póngase en contacto para saber el precio".

Como es obvio, también hay que tener en cuenta los gastos de envío y las posibles tasas de importación. Y subrayo esto último porque en mi caso no lo hice...

Soy consciente de que muchos amigos que lean esto no serán españoles, pero imagino que las cosas serán parecidas en sus países.

Conviene saber que en España si el importe de la compra supera los 150 € entonces debe pagarse el IVA y los aranceles de importación. Curiosamente, el importe que toman en consideración no es exclusivamente el coste del equipo sino que también incluyen los gastos de envío. Es decir, lo que cuenta es el total de la compra.

El procedimiento es relativamente simple: al llegar a la aduana te retienen el contador y lo que recibes en tu casa es una carta en la que te cuentan cómo hacer para proceder a la importación. Afortunadamente Correos ofrece servicios, con un coste aceptable (pero que suma), y que además se pueden tramitar online.

En mi caso el trámite de importación me supuso un sobrecoste de 165 € (el detector me costó 595 $ más 24 $ de gastos de envío). No puedo decir si eso me significó más o menos que si hubiese hecho la compra en Europa porque no encontré el modelo en ninguna tienda europea.

Terminaré comentando que no quiero hacer publicidad, ni positiva ni negativa, de modo que no contaré cuál es el equipo que compré (aunque posiblemente acabará saliendo en alguna fotografía, en entradas posteriores).


En definitiva, el proceso de compra resultó ser un rollo, tanto en lo que se refiere a la elección como a la compra en sí misma. Eso sí, al final resultó ser un juguete muuuucho más apasionante de lo que en principio esperaba. Pero eso será motivo para otras entradas...