Sudando y portando un arma
se me acerca y me apunta, me amenaza.
Grotesco y eufórico,
alterado y sicótico.

Corro, me alejo.
Salgo y miro el cielo,
salgo y huelo putrefacción,
salgo y pienso, terror,
salgo y toco asperezas,
salgo y siento tensión.

Respiro, me relajo
y al rato me envuelve nuevamente,
es aquella sombra, me muevo,
trato de sacarlmela.
¡Me afirma!, me tiene en sus garras,
me abofetea y caigo inconciente.

Pánico,
miro mi techo,
miro mi suelo,
miro mis muros,
sudo...

Eventos, eso son.
Eventos, la cara del mundo,
las miles de primeras impresiones.
Rostros me miran, dedos me señalan,
manos se resbalan en mi piel mojada.
Busco una estrella en el luctuoso panorama,
alguna extremidad de donde aferrarme,
que me saque de las tinieblas y me haga ver.
Mi cuerpo no responde,
me apreto los ojos,
levanto mis piernas,
me dilato y me contraigo.

¿Quién pidió esto?, pues yo no.
Exijo un ejemplo.
¿Quién pidió este vacío?
siento la nada,
siento la insensatez que me rodea,
me siento solo.
Muchos soldados pueden luchar en mi interior biológico,
pero la guerra fue ganada desde mi nacimiento,
sólo me queda coger las sonrisas que veo en la calle
y taparme los oídos del llanto eterno que escucho.

Este ya no soy yo...

... ¿y cuándo fuí alguien?