Llevo dos semanas yendo a clase de teórica. No he escrito mucho por que... bueno, sólo son clases. Cuando tenga que hacer las prácticas, habrá más chicha para escribir cada día.

Empecemos por el principio. El mismo día de matricularme fui a la clase de las ocho de la tarde. Llegué unos minutos antes. La secretaria me presentó otro alumno, un chico muy simpático de 17 años. En España, no puedes tener el permiso de conducir hasta los 18, pero si puedes empezar a hacer los cursos de teórica unos meses antes de cumplirlos. Al contrario que muchos chicos de su edad, decía que no tenía demasiada prisa; que se había apuntado antes de los 18 para tener tiempo de aprenderlo bien y subir con seguridad sin precipitarse, sin prisas. Chapeau por él.

Llegó una chica más, pero no tuve oportunidad de hablar con ella. Al cabo de poco ya llegó el profesor. Nos presentamos, y pasamos al aula. Eramos tres para una aula con 20 sillas. Es agradable, la verdad; una de las ventajas de ir a una autoescuela relativamente nueva. Más adelante, llegamos a ser hasta 7 alumnos, se monta un buen caos.

La mecánica de las clases es sencilla. El profesor se planta delante de una pantalla donde un ordenador proyecta diapositivas de un programa especialmente comercializado para autoescuelas, donde el temario viene resumido y ejemplificado con animaciones. Sobre esta base, él va extendiendo su explicación, recalcando los puntos importantes y respondiendo nuestras preguntas.

El profesor es un hombre de 30 y bastantes o 40 y pocos; la verdad es que soy malo calculando edades. Es simpático y dicharachero. Acostumbra a usar expresiones coloquiales y grandisonantes para hacer más amena la clase. Como ya me avisó la secretaria, suele machacar bastante; en el sentido que pregunta mucho a los asistentes, y es muy quisquilloso para obtener la respuesta correcta. Claro, eso puede hasta cierto punto sentar mal; pero es mejor que te corrijan de esta forma en clase que en el examen.

El programa que utilizamos para dar las clases pertenece a la misma editorial que el libro, por lo que los contenidos están sincronizados (menos mal, ¿no?). Hay 16 temas en total. Normalmente, cada día se hace uno. Después, el profesor hace una serie de preguntas rápidas, que el programa llama "resumen"; y por último hacemos un test de examen donde las treinta preguntas están centradas en el mismo tema que acabamos de dar. Normalmente, respondemos todos los alumnos, de forma rotatoria.

Cuando hay algún alumno que está a punto de subir a examen, por que se considera que ya está listo, normalmente los días previos la clase cambia: se hacen exclusivamente test de examen, que la secretaria ha preparado con anterioridad en una presentación de powerpoint. También es posible que, debido a que dicha persona va coja de un tema, se cambie el orden natural de los temas.

Para acabar este artículo, comentaré una anécdota que pasó un día. Estabamos hablando del deslumbramiento. Naturalmente se da por que un coche que viene en sentido contrario se ha olvidado de cambiar las luces de carretera por el alumbrado de cruce. Pero también puede pasar a través del retrovisor, por un coche que circula por detrás de ti. Para evitarlo, los retrovisores suelen llevar una palaca, que se encarga de cambiar la orientación del mismo, de forma que no te quedas ciego. Pues bien, el profesor me preguntó si sabía como funcionaba, y yo dije algo así como "es una palanquita que lo gira". Y el respondió "no lo gira, sólo cambia el ángulo". Yo me quedé pensando si había una mejor definición de "giro" que el hecho de "cambiar el ángulo", pero no dije nada, ya que tampoco es cuestión de llamar la atención...

En el próximo artículo aprovecharé la excusa de la autoescuela para reflexionar sobre la diferencia entre un físico y el resto de la especie.