El arroz es base de dieta de 800 millones de personas de los más de 7.000 millones que pueblan el planeta. Tiene tres problemas nutricionales: contiene muy poco hierro biodisponible, tiene poca lisina (uno de los aminoácidos esenciales) y el más importante, no tiene beta-caroteno (precursor de la vitamina A) y por tanto, quien solo come arroz en su dieta, tendrá una carencia de esta vitamina. Según UNICEF, esto genera más de 1 millón de muertes infantiles al año y 500.000 niños que anualmente sufren ceguera seca o xeroftalmia (el 50% de ellos muere ese mismo año).
La FAO, a finales de los '80 llegó a decir que el problema podría resolverse generando una variedad de arroz que fuera rico en beta-caroteno. La forma de conseguirlo fue la ingeniería genética.
El arroz dorado es un arroz modificado genéticamente (transgénico) desarrollado por Ingo Potrykus, profesor emérito del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza) y el profesor Peter Beyer de la Universidad de Friburgo (Alemania) que contiene beta-caroteno y que podría solventar este déficit nutricional en el tercer mundo.
Pero este arroz incorpora una palabra maldita: “transgénico” y los miembros de grupos ecolopijos y tecnófobos que tienen su nevera llena de comida de calidad han estado presionando en todo el mundo para impedir su aprobación, liderados por Greenpeace, cuyas acciones últimamente en el mundo son de dudosa utilidad para nadie excepto para perpetuarse ellos mismos: en 1914 uno de los fundadores de Greenpeace, el Dr. Patrick Moore acusaba a esa organización de crimen contra la humanidad
En 2016 una carta firmada por 109 Premios Nobel, (prácticamente casi todos los vivos), instaba a Greenpeace a retirar su oposición.
Los grupos “ecologistas” y “verdes” radicales tienen suficiente influencias en Europa y América para evitar la aprobación de este arroz, pero parece que no son tan fuertes en Oceanía y no han conseguido bloquear allí la aprobación, una gran noticia, por algo se empieza.
Ver también: Arroz dorado. Biotecnología libre, a la espera
Saludos
La FAO, a finales de los '80 llegó a decir que el problema podría resolverse generando una variedad de arroz que fuera rico en beta-caroteno. La forma de conseguirlo fue la ingeniería genética.
El arroz dorado es un arroz modificado genéticamente (transgénico) desarrollado por Ingo Potrykus, profesor emérito del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza) y el profesor Peter Beyer de la Universidad de Friburgo (Alemania) que contiene beta-caroteno y que podría solventar este déficit nutricional en el tercer mundo.
Pero este arroz incorpora una palabra maldita: “transgénico” y los miembros de grupos ecolopijos y tecnófobos que tienen su nevera llena de comida de calidad han estado presionando en todo el mundo para impedir su aprobación, liderados por Greenpeace, cuyas acciones últimamente en el mundo son de dudosa utilidad para nadie excepto para perpetuarse ellos mismos: en 1914 uno de los fundadores de Greenpeace, el Dr. Patrick Moore acusaba a esa organización de crimen contra la humanidad
En 2016 una carta firmada por 109 Premios Nobel, (prácticamente casi todos los vivos), instaba a Greenpeace a retirar su oposición.
Los grupos “ecologistas” y “verdes” radicales tienen suficiente influencias en Europa y América para evitar la aprobación de este arroz, pero parece que no son tan fuertes en Oceanía y no han conseguido bloquear allí la aprobación, una gran noticia, por algo se empieza.
Ver también: Arroz dorado. Biotecnología libre, a la espera
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