Una de las cosas que recuerdo del curso XXxx/xx es, sin lugar a dudas,
el frio que hacía avanzado ya el primer cuatrimestre.
En Sevilla casi siempre "hase calorsito" pero durante unos 15 días
nos "cae la pelua" y todos los sevillanos, ala... a pasar frio.

Durante aquellos frios días de aquel maravilloso curso,
los frioleros aspirantes a físicos permanecíamos sentaditos en las bancadas de las aulas,
cada napia con su moquito colgando,
"encogios y mu junticos", para darnos ánimos y calor
los unos a los otros mientras a través de los ventanales de la Facultad
el viento ululaba con furia.

En estos casos, si eres universitario, una de las actividades que te reconforta es
"meterte un pelotaso" calentito en la cafetería con o sin "tostadita con manteca".
Aquel año se hizo con los servicios de restauración de la Facultad
una empresa nueva y el café era caro y particularmente horrible.
Además, para que nos vamos a engañar,
el gasto de ir a comprar el cafelito era inmenso
para los estudiantes de Física que, en general, estamos más tiesos que la mojama.

Había un catedrático en la Facultad, don Zutano, que tenía una cafetera en su despacho.
Creo que la había adquirido, con su dinero, aprovechando un viaje a EE.UU.
para presentar una ponencia que iba a revolucionar los basamentos
de la Física conocida.
El artilugio estaba fabricado en un metal brillante,
como de aluminio,
era inmenso...
casi "paresía como extraterrestre"
y se rumoreaba que el líquido que producía era un néctar digno del paladar de dioses,
que sanaba el cuerpo,
reconfortaba el espíritu
y que te impulsaba inmediatamente al trabajo.

Entre el personal de la Facultad se tenía por gran honor el ser invitado
a café en ese despacho,
Esto, ser invitado allí a un cafelito, rara vez pasaba,
quizás porque el catedrático tenía aquello de
Miiiiiiiii tesorooooooooooo.
siempre en la cabeza.

En la planta antigua de la Facultad había un cuartucho donde,
de forma similar a lo que se hace en las SALAS DE COMBATE,
los estudiantes conspiradores preparábamos propuestas y líneas de actuación
para ser ponderadas en la Asamblea.

El colectivo "estudiantes de Física muertos de frio" decidimos constituirnos
en MESA de CONFLICTOS
y con aquellas palabras dignas y justas,
"café para todos"
de ese gran hombre, D. Clavero, en mente
y empezamos a considerar la forma en la cual arreglar nuestras desventuras.

Descartada la propuesta del camarada Manué, algo así como
¿ Por qué no vamos a hablar con D.Zutano y le pedimos prestada la cafetera ?
que hizo que nos diese un ataque de risa a los que conocemos como funciona la Facultad,
votamos que, efectivamente, había que hacer algo ( justicia social )
y que esto debía de ser

1. Expropiar la cafetera del catedrático : "to pal pueblo"

2. Socializar el líquido producido : "en la Facultad todos los negros tomamos café".

pasamos a designar la operación con el nombre clave "PLAN JUAN VALDéS"
y a considerar la estrategia general y los aspectos tácticos de la actuación.

La estrategia estaba clara y se procedió a formar grupos destinados
a tres trabajos

A. Operaciones de vigilancia y espionaje.
B. Operación de comandos.
C. Operaciones de distracción - a mareá la perdiz - e inteligencia.

Las operaciones de vigilancia tenían como único objetivo
determinar el instante del día en el cual iniciar la operación de comandos.
Algunos aspectos de ésta eran faciles,
pues el catedrático abandonaba el despacho en numerosas ocasiones
y por los más diversos motivos
- como suele pasarle a todos los catedráticos celtíberos - ;
era, como Kant, un hombre de costumbres fijas y actuaba bajo un horario estricto.
Vamos... que hacía pipí a sus horas cada día.

Otros eran más complicados porque el análisis de los datos proporcionados
por el servicio de espías debía de establecer no sólo
en que momento iniciar el asalto sino también las vías de escape.
La idea de que tres alumnos fuesen sorprendidos con una cafetera bajo el brazo
por las escaleras de la Facultad no era demasiado atractiva.

Para realizar con éxito la operación de comandos había que seleccionar
y someter a un duro entrenamieto a los candidatos de la Facultad.
No nos valía aquello de Barrio Sésamo de
Soy lento, pero seguro.
No, no...
había que actuar de forma segura pero con eficiencia ( o es eficacia ).
Tenían que ser los mejores... aquellos nacidos para la gloria.

Por último estaban las operaciones de inteligencia.
Cuando el catedrático descubriese que le habían "fanao" la cafetera,
con el cariño que le tenía,
estaba claro que no le iba a sentar demasiado bién.
Se iniciaría una caza de brujas entre la estudiantina de la Facultad
y una represión salvaje.
Vamos... que ese año no aprobaría su asignatura ni Dios
y en los años siguientes como que mayormente tampoco.

Las operaciones de inteligencia deberían de ir dirigidas a responsabilizar
de la sustracción de la cafetera a algún "cani" de los que nos vienen
a robar las bicicletas al campus
y que dicha atribución de responsabilidades debía de hacerse de forma tal
que no quedase margen para duda alguna.

Establecimos por tanto tres grupos operativos,
cada uno responsable de los citados aspectos.

Sigo otro día que me cierran esto.