Hace unos años compró una máquina para hacer al momento
y servir 'zumitos' a los parroquianos que frecuentan su negocio.
La fruta es cara y para que te deje algo esta actividad se trocean tres o cuatro piezas
y añades hielo.
Te sale un zumo muy fresquito y rico, rico.
El asunto le iba bién hasta que llegó la CRiSiS.
Y mira tú que está llena Sevilla de GuiRiS... pues por lo visto...
son de la 'Hermandad del Puño Serrao' y gastan poco.
El caso es que la última caja de naranjas
que compró se le echó a perder en la cámara
y optó por sacarlas a la calle y dejarlas al lado de un contenedor.
Las naranjas estaban 'picadas' y con moho
abuelos del hambre que se pasó en la posguerra de nuestra Guerra Civil de que
Lo que no mata, engorda.
Como en Sevilla - donde no hay trabajo, ni lo va a haber en mucho tiempo -
vamos a pasar más hambre que el perro de un ciego,
he pensado en recuperar una vieja tradición
y contaros por aquí cuentos de princesas
o de marquesas
o de condesas
o quizás, solo quizás, de alguna baronesa
y así, en leyéndome desventuras protagonizadas por personajes de la más alta cuna,
os quitais el hambre de encima.
O no.
Un saludo.