En estos dias he realizado la investigación de como la suerte a influenciado en la ciencia, y quiero decirles que he quedado asombrado en la forma en que lo ha hecho.
Sin más preanbulos y para inciar quisiera compartirles una frase del señor Pasteur: "La suerte siempre favorece a la mente preparada".
Con lo cual estoy totalmente de acuerdo, y para que ustedes también lo esten, he decidido mostrar en este articulo algunas de las situaciones en las cuales, la ciencia y sus aplicaciones se han visto beneficiadas por la suerte.
Los que siguen a continuación son algunos ejemplos:
Edulcorante: Tres falsos-azúcares han llegado a los paladares humanos porque los científicos olvidaron lavarse las manos. El ciclamato (1937) y el aspartamo (1965) son subproductos de la investigación médica, y la sacarina (1879) surgió durante un proyecto con derivados de la brea de carbón.
Rayos-X: Algunos científicos del siglo XIX coquetearon con los rayos que se emiten cuando los electrones golpean un objeto metálico, si bien los rayos-x no fueron descubiertos hasta 1895, cuando Wilhelm Röntgen probó a colocar varios objetos en frente de la radiación y vio los huesos de su mano proyectados sobre la pared. ¡Menudo susto!
Penicilina: Alexander Fleming, científico escocés, investigaba la gripe en 1928 cuando descubrió que un moho verdoso se había posado en una de sus muestras y había matado a la bacteria staphylococcus que cultivaba. Un descuido en el laboratorio que sin duda ha salvado muchas, muchas vidas.
Es por estas razones que he decidido exponer a fondo los casos de Alexander Fleming y Wilhelm Röntgen, casos en los cuales la historia nos muestra com la suerte tuvo un papel bastante importante.
1.[FONT=Verdana]ALEXANDER FLEMING [/FONT]
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Allá por el año 1901 entró a estudiar un joven escocés que reunía casi todos los atributos del sabio distraído: extraordinaria capacidad de trabajo, dedicación absoluta al mismo con olvido de sus obligaciones familiares y sociales, cierto desaliño indumentario, ojos vivaces y mirada penetrante e inquisitiva. Ese joven se llamaba Alexander Fleming y su vida está llena de casualidades. De encantadoras casualidades.
Cuando tenía 10 años le cambiaron a una escuela que estaba a unos 7 km de su casa, con lo que tenía que caminarlos cada día. Ida y vuelta. Y a los 12 lo enviaron a una todavía más lejos, por lo que tenía que tomaba el tren cada lunes (cuya estación estaba a 10 km de su casa) y volvía los fines de semana. No es extraño que fuera más tarde un gran deportista.
El doctor Freeman buscaba algún nuevo interno para reforzar el equipo de tiro que tenían en el Saint Mary. Cuando preguntó si alguien conocía algún buen tirador, le recomendaron a Fleming, así que Freeman le propuso entrar en el laboratorio.
Rápidamente se ganó el respeto de todo el mundo. Era un competente bacteriólogo, seguro y lógico en sus juicios. Si creía que el diseño de alguna experiencia propuesta por su jefe era incorrecto, simplemente decía: "eso no será posible". Los resultados acababan siempre dándole la razón.
En víspera de los exámenes finales el regimiento de los London Scottish convocó un concurso de tiro. Fue un día muy caluroso y Fleming observó cómo el calor castigaba a los soldados ingleses a pesar de llevar un kilt. Hacía tanto calor que muchos abandonaron las pruebas. Y dio la casualidad de que una de las preguntas de aquellos exámenes finales fue "La humedad relativa del aire y su influencia sobre el ejercicio físico". Fleming no tenía ni idea de la respuesta pero, recordando lo que había visto, orientó la respuesta hacia el sufrimiento de las tropas y lo describió de tal manera que le dieron la medalla de oro en las pruebas finales.
Fue uno de los primeros en administrar salvarsán a los que padecían sífilis. En cierta ocasión un paciente llegó al Saint Mary que padecía una úlcera tuberculosa, según decían. Le habían dado todos los tratamientos conocidos sin que llegara a curar. Fleming tuvo que sustituir al médico que le atendía y rápidamente le puso una inyección de salvarsán. El paciente curó rápidamente. Y es que se hizo en ello un verdadero experto. En 1911 publicó sus conclusiones sobre la sífilis en The Lancet. Rápidamente, alcanzó la popularidad, sobre todo entre los compañeros del London Scottish Volunteers, bastante afectados por el problema de esa incómoda enfermedad. Acudieron a Fleming en busca de ayuda y como era una enfermedad "social" que requería cierta discreción, llegó a ser conocido como el "private 606".
Su trabajo como investigador consistía en poner en unos recipientes de cristal, conocidos como"placas de Petri", caldo de cultivo al que se añadían los materiales más diversos: sangre de animal o humana, bilis, caldo de carne, etc. Luego, sobre cada una de estas placas se extendía una capa finísima de material infectado por microorganismos procedente de los enfermos como sangre, pus, etc.
Las placas así preparadas se sometían a la acción del calor en unas estufas especiales y al cabo de unos días se podía observar cómo en aquella superficie habían crecido algunas colonias a modo de costras formadas por los microbios allí presentes. Más tarde, se identificaba cada microbio con el microscopio. Encima se ponía la sustancia que pretendía tener efecto antimicrobiano y se verificaba que en pocas horas o días la costra hubiera desaparecido a haberse hecho, al menos, más tenue. Pero claro, los microbios a estudiar eran muchos y las sustancias probadas muchas más, así que cualquier experimento adquiría proporciones grandiosas.
Una mañana que estaba con un fuerte catarro estornudó y una gota de su propia secreción nasal fue a parar a la preparación. Y sucedió lo inesperado: al cabo de unas horas comprobó que esa gota de mucosidad había destruido a su alrededor casi todos los microbios de la placa de cultivo. Repitió el experimento en días posteriores con saliva y lágrimas obteniendo iguales y espectaculares resultados. Había descubierto la lisozima, sustancia presente en todas las secreciones orgánicas que evita muchas infecciones al destruir los microbios que entran en contacto con las mucosas del organismo. Pero no era la panacea, pues los microbios a los que atacaba eran poco importantes y ninguno de los que causaban neumonía, sífilis o tuberculosis.
Si Fleming tenía fama por algo más que ser un brillante médico y un excelente tirador era por ser un desastre en el orden de sus investigaciones. Dejaba por ahí las placas de Petri desperdigadas y sin esterilizar. Al cabo de unas semanas aquel laboratorio estaba lleno de cultivos desatendidos. Pero tenía una gran manía: la de mirar las placas siempre antes de tirarlas.
La serie de coincidencias que tuvo que darse en aquel laboratorio es digna de admiración. Para empezar, la ventana había quedado abierta, lo que permitió que entraran esporas del moho desde la calle; los estafilococos de la placa no habían pasado por el proceso de incubación. Los 11 días que Fleming estuvo fuera, la temperatura de la habitación se había mantenido entre 16ºC y 20ºC, intervalo en el que crece mejor ese moho y a esto siguió un período cálido para que crecieran los estafilococos. Por pura casualidad, la placa no había resbalado para caer en líquido antiséptico, lo que hubiera matado los estafilococos y el moho.
La mayoría de los mortales nos hubiéramos quedado igual pero suerte que era Fleming quien la observaba. Y tuvo que sentarse preso de la excitación. Fijaos en los alrededores de ese moho: se ha cargado de forma radical los microbios dejando una zona limpia alrededor. El hongo fue identificado como perteneciente a la familia botánica de los penicllium, llamados así por tener, vistos al microscopio, un aspecto de pequeños pinceles y Fleming denominó a la aún misteriosa sustancia generada por ellos como penicilina.
Comprobaron que una mínima cantidad de sustancia producida por el hongo curaba a los enfermos, pero era difícil saber en qué porción del caldo residía el poder curativo. Se corría el riesgo de administrar otras sustancias nocivas. Hizo centenares de experimentos sin llegar a conclusión alguna.
Y llegó la Segunda Guerra Mundial. Decidió, al igual que muchos científicos de la época, emigrar a EEUU. Pero, ¿cómo llevar su precioso hongo? No disponía de más que una pequeña cantidad crecida a partir de la placa original, así que impregnó los forros de su gabardina y otras prendas que metió en su equipaje. Por suerte, el penicillium llegó a salvo. En su nuevo laboratorio coincidió con otros dos científicos con los que ya había tenido relación en Europa. Eran Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey. Juntos y con la tecnología que les dieron consiguieron purificar la penicilina.
La primera vez que se probó fue en un ratón sin que éste manifestase reacción tóxica alguna. Sin embargo, el primer experimento relevante fue hecho el 25 de mayo de 1940 cuando Florey y Chain inyectaron a 8 ratones una dosis mortal de estreptococos. Una hora después, inyectaron a dos de ellos una única dosis de 10 mg de aquel polvillo; a los otros dos, cinco dosis de 5 mg cada dos horas. Los cuatro que no habían recibido tratamiento alguno murieron, y los cuatro tratados se salvaron. También observaron que la inyección continuada de varias dosis pequeñas era más efectiva que una única dosis grande. Por supuesto, todo ello lo repitieron una y otra vez para asegurarse. Publicaron todas estas experiencias en The Lancet, en un artículo titulado "La penicilina como agente terapéutico".
La primera vez que fue probado en un hombre fue en 1941. Era un policía local de Oxford que padecía septicemia estafilocócica: una infección en la sangre que por aquella época era, sin excepción, fatal. Al recibir el tratamiento, mejoró; pero se agotaron las reservas de penicilina y murió. Sin embargo, para 1944 estaba en marcha la producción en masa justo para salvar las vidas de las víctimas de la segunda Guerra Mundial. Vuelvo a repetirlo, porque nunca dejará de sorprenderme: unos se dedican a salvar vidas al prójimo y otros a arrebatársela.
Fleming, Florey y Chain compartieron el premio Nobel de Medicina de 1945. Los otros dos fueron prácticamente olvidados, pero Fleming llegó a ser conocido mundialmente. Siempre había sido un hombre bueno, sencillo y amable con todo el mundo y no dejó de serlo a pesar de la fama. Solía decir: "Yo no hice nada" y que su "único mérito fue no ignorar aquella capa de moho". Un mérito que salvó montones de vidas.
Curiosamente, uno de los primeros monumentos que se le dedicó en España se puso en la plaza de las Ventas de Madrid y fue costeado por los toreros. Y es que, antes de la penicilina, una cornada acarreaba consigo una infección casi segura y la muerte. Ojalá muchos toreros de hoy día supieran lo que deben a Alexander Fleming.
Suerte, genialidad y sencillez eran las tres características de este hombre considerado "benefactor de la humanidad". Aunque, respecto a la primera de las tres, ya lo decía Pasteur: "La suerte siempre favorece a la mente preparada". Sir Alexander Fleming murió en 1955 de un ataque cardíaco. Fue enterrado como héroe nacional en la cripta de la Catedral de San Pablo de Londres. Jamás quiso patentar nada, pues consideró que sus descubrimientos eran para el beneficio de la humanidad.
2.[FONT=Verdana]WILHELM RÖNTGEN [/FONT]
Wilhelm Röntgen fue un respetado,si no sobresaliente,físico experimental que,en 1888, cuando tenía 43 años, fue nombrado profesor y director del instituto de Física de la universidad de Würzburg en Baviera. Ésta era en aquella época una especie de remanso académico, pero Röntgen, aunque era esencialmente un solitario que prefería trbajar por sí mismo, parece que también fue un eficiente director del laboratorio que se empeño en conseguir apoyos y construir un buen departamento. Estaba interesado en la radiación elctromagnética y se propuso resolver la ardorosamente debatida cuestión de si las radiaciones recientemente descubiertas, en particular los rayos catódicos cargados negativamnete, deberian ser conciderados como particulas o como ondas.
He aquí cómo llegó a su descubrimiento, uno de los más sorprendentes en la historia de la física.
Röntgen estaba trabajando solo en su laboratorio personal la tarde del viernes 8 de noviembre de 1895. Para observar la trayectoria de los rayos catódicos generados en un tubo de vacío colocaba en su camino una pantalla fluorecente. El brillo verde pàlido de la zona de la pantalla donde incidía la radiación podía ser difícl de ver, de modo que el laboratorio estaba meticulosamente oscurecido y el propio tubo de rayos catódicos estaba cubierto con una pantalla de cartón negro para bloquear la luz de la descarga de chispa utulizada para generarlos. En la oscuridad, Röntgen advirtió un punto de luz parpadeante a cierta distancia del banco. ¿Había un agujero en las cortinas negras? No había ninguno.
Una inspección más detalada reveló que lo que estaba parpadeando era una letra pintada con material fosforescente en una tarjeta. Röntgen sabía que los rayos catódicos no podían atravesar más de un metro de aire fuera del tubo de vacío. Por lo tanto, debía ser una radiación secundaria la que había atravesado la pantalla de cartón sin ningún impedimento. Röntgen puso entonces en el camino de los rayos un naipe de la baraja que se mostró transparente a los mismos como, de hecho, también lo hizo el mazo de cartas entero. Un libro arrojó sólo una debil sombra en la pantalla iluminada, lo que reveló a Röntgen que los rayos viajaban en línea recta. Cuando a continuación sostuvo una lámina de plomo, frente al haz quedó sorprendido al observar, detrás de la sombra del plomo, el perfil de sus dedos y la imagen de sus huesos internos.
Sin duda, Röntgen debió reconocer instantáneamente que había hecho un descubrimiento que iba a resquebrajar la suave superficie de la física del siglo XIX. Aproximadamente en esta época, el gran físico teórico Max Planck, entonces estudiante, había el concejo de su profeso r de física, Philipp von Joly, de dedicarse a otro campo pues quedaba poco que aprender sobre la naturaleza de la materia.
Röntgen demostró esa misma tarde tracendental que la radiación, que él llamo rayos X, se originaba en el punto en donde los rayos catódicos golpeaban la pared del tubo y que no era desviada por un campo magnético y no llevaba carga eléctrica. Röntgen apenas salió de su laboratorio durante las semans siguientes. Obtuvo imágenes de varios objetos, incluyendo la mano de su mujer, su primer informe fue publicado antes del año nuevo y causó sensación. Lord Kelvin , uno de los físicos destacados de la época, creía que el artículo de Röntgen era un fraude hasta que fue convencido de lo contrario por confirmaciones provenientes de todo el mundo. En pocos años se publicaron miles de artículos sobre la radiación, con mucha frecuencia llamada rayos Röntgen,y no pasó mucho tiempo antes de que la profesión médica percibiera su potencia. Luego vinieron los intereses comerciales incluyendo novedades tales como una camiseta a prueba de ryos X ofertada por una compañia inglesa. muy pronto también se hicieron evidentes los riesgos.
Röntgen nunca se sintió a gusto con sus rayos; sentía devoción por la física clásica y le dolía la aprición de nuevos fenómenos que no encajaban en el esquema tradicional. Su estudiante más distinguido, Rudolf Ladenburg, que llegaría a ser profesor de la universidad de Princenton, llegó a Würzburg algunos años después del episodio de los rayos X y se le asignó un problema sobre viscosidad. La velocidad con la que una bola cae a través de un liquido está determinada por la viscocidad del líquido de acuerdo con una ecuación deducida a mediados del siglo XIX por G.G. Stokes en Cambridge; pero¿ cuál sería quería saber Röntgen, el efecto de confinar la bola y el líquido en un tubo estrecho en el que habría arrastre viscoso en la pared? Se montó un largo tubo, que iba desde el tejado del edificio hasta el sótano, y se llenó con aceite de ricino. Según Ladenburg, ninguna otra cosa dio a Röntgen tanto placer como ver que la bola llegaba al sótano precisamente en el instante calculado.
Por su descubrimiento de los rayos X, Röntgen fue galardonado con el primer premio Nobel de Físca en 1901. Varios Físicos, que tambien habían trabajado con rayos catódicos, lamentaron no haber sido ellos quienes detectaron los rayos X. Frederick Smith, en Oxford, había notado que las placas fotográficas almacenadas en la vecindad de un tubo de rayos catódicos tendían a oscureserce; por eso las había alejado un poco, pero no se le ocurrió buscar la cuas del fenómeno. El más angustiado fue Philipp Lenard, ya que nunca tuvo el valor de pronunciar el nombre de Röntgen.
Estas dos historias nos enseñan que la suerte juega un papel importante en la ciencia, ya que de no ser así, Röntgen y Fleming probablemente no hubiesen hecho sus grandes descubrimientos.
Vale la pena aclarar, que no estoy afirmando que esto sea así para todos los casos en la ciencia, sin embargo si es considerable el número de situaciones en la que esto ha ocurrido.
Quisiera destacar que estas dos historias, tienen matices diferentes, ya que para el caso de Fleming, las condiciones en las que se encontró la solución a su problema, por decirlo así, eran menos probables que en el caso de Röntgen, ya que para este el experimento se estaba realizando simultáneamente por otros colegas, los cuales percibieron efectos físicos similares, en cuánto que en el experimento que Fleming realizaba, se presentaron condiciones muy particulares las cuales en los otros laboratorios era muy poco probable que se volvieran a presentar. Pero, en lo que si son similares las condiciones es que los dos eran los únicos capaces de ver en esas situaciones una luz para la ciencia.
Esto mostrandonos que efectivamente, como decia Pasteur "La suerte siempre favorece a la mente preparada".
A continuación quisiera exponer otras situaciones en donde la suerte ha favorecido el avance de la ciencia y a las mentes preparadas, ya que como ustedes saben, un estudio en física es solo bien aceptado si la muestra es suficientemente grande, como para poder generalizar ciertas condiciones en el mundo real, y nada mejor que empezar por uno de los grandes.
3.MAXWELL Y LA SUERTE
[FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]Vale la pena contar esta historia porque demuestra que a veces vale más la suerte que la inteligencia.[/FONT]
[FONT=Verdana]El punto de partida es la teoría de los 3 colores que Maxwell había tomado, mejorándola, de Thomas Young. Hacia 1810 Young demostró que los 3 colores rojo, azul y verde bastaban para poder mezclar todos los demás colores que el ojo humano es capaz de percibir. Maxwell demostró enseguida que no había por qué tomar precisamente estos 3, sino que podían ser cualesquiera con tal que las diferencias fueran lo suficientemente acentuadas.[/FONT]
[FONT=Verdana]Esta idea fue lo que le llevó a la sospecha (hoy confirmada como realidad), que el ojo es únicamente sensible a 3 colores y que todos los matices que podemos distinguir resultan de la mezcla de esos 3 colores. También concluyó que era posible realizar una foto en color fotografiando una misma escena tres veces a través de tres filtros de color distintos y después combinándolas entre ellas. El experimento fue un éxito y en 1861 Maxwell mostró la primera fotografía en color de la historia y fue de un kilt (una falda escocesa).[/FONT]
[FONT=Verdana]El problema es que las emulsiones fotográficas que utilizó no eran sensibles al rojo. ¿Cómo pudo llegar el color rojo de dicha falda escocesa? Resultó ser que el filtro rojo que usó permitía pasar los rayos ultravioletas, y el color rojo de la falda escocesa era muy refractaria de estos rayos. A esto se le llama suerte.[/FONT]
[FONT=Verdana]Al finalizar la conferencia, Maxwell y Faraday fueron juntos a comer y, desde luego, si alguien me preguntara qué acontecimiento del pasado me habría gustado vivir, mi contestación sería haber comido con esos dos personajes y escuchar su conversación. Faraday, que comprendía todo sin necesidad de las matemáticas y Maxwell que, a través de las matemáticas, lograba que todo resultara comprensible. Ahí estaban, el que había adivinado la existencia de los campos eléctricos y magnéticos y el perspicaz teórico que los había unificado en uno solo.[/FONT]
[FONT=Verdana]La famosa foto:[/FONT]
[/FONT]Ahora la historieta de otro famoso, el señor [FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]Poincaré, espero les agrade como a mi me agrado.[/FONT][/FONT]
[FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]4.EL RADIO Y LA SUERTE[/FONT][/FONT]
[FONT=Times New Roman][FONT=Verdana][/FONT][/FONT]
[FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]En muchas situaciones, en la vida como en la ciencia, la suerte juega un papel fundamental. Cuando dos rivales científicos se enfrentan en una teoría, cada uno con sus argumentos, con resultados diferentes en un posible experimento solo uno puede tener razón… o tal vez, ninguno. Eso es lo que sucedió allá por el año 1901 y sobre ello versa nuestra historia de hoy.[/FONT]
[FONT=Verdana]Uno de nuestros protagonistas es Jules Henri Poincaré (1854-1912). Ha sido descrito como el último matemático universalista, o sea, que podía contribuir en todas las ramas de las matemáticas. De hecho, fue uno de los mejores alumnos en casi todas las materias que estudió. Su profesor decía de él que era “un monstruo de las matemáticas”. Podía leer a una velocidad increíble; es más, cualquier cosa que leía quedaba grabada en su memoria. Excedía incluso al mismísimo Euler en retentiva y capacidad de recordar. Era especialmente bueno en memoria espacial y citaba con exactitud cualquier página y línea donde se hiciera alguna afirmación particular a la que quisiera hacer referencia. Otra de sus singularidades, explicable quizás por su vista defectuosa, era su habilidad para aprender teoremas y pasajes matemáticos sólo escuchándolos y no leyéndolos, al revés de lo que sucede con la mayoría de los matemáticos. Desarrolló esta facultad especial en la escuela donde, incapaz de ver bien la pizarra, se sentaba detrás del todo y escuchaba con atención, a la vez que iba memorizando las explicaciones sin necesidad de tomar apuntes de ningún tipo.[/FONT]
[FONT=Verdana]Fue discípulo de Charles Hermite, trabajó en mecánica celeste y en el problema de los tres cuerpos, lo que le valió un premio concedido por el rey Óscar II de Suecia. Hizo trabajos teóricos sobre las mareas y las esferas fluidas en rotación, fue uno de los primeros en comprender la teoría de la Relatividad de un desconocido joven llamado Albert Einstein y en edad más madura escribió diversos ensayos sobre la facultad creadora en matemática. En fin, un genio sin el menor género de dudas.[/FONT]
[FONT=Verdana]Sin embargo, hoy os quiero hablar de uno de sus errores que, en realidad, no lo fue. No tenía la culpa: no podía saber en aquel momento una cosa que sabemos hoy y que tiene relación con el invento de la radio.[/FONT]
[FONT=Verdana]Históricamente, la primera persona que hizo un sistema capaz de transmitir y recibir un mensaje telegráfico sin hilos fue el profesor y físico ruso Alexander Stepánivich Popov hijo de un sacerdote que abandonó sus planes de ser también sacerdote para dedicarse a las matemáticas. En 1894 (por lo tanto, un año antes de Marconi) ya había construido el primer receptor capaz de detectar las ondas electromagnéticas que presentó el 7 de mayo de 1895 ante la Sociedad Rusa de Física y Química. El 24 de marzo de 1896, hizo lo propio con un sistema completo de recepción-emisión de los mensajes telegráficos consiguiendo así de transmitir el primer mensaje sin hilos entre dos edificios de la Universidad de San Petersburgo situados a distancia de 250 metros. El texto del primer mensaje telegráfico fue: “HEINRICH HERTZ”. Fue, además, el primero en utilizar una antena.[/FONT]
[FONT=Verdana]Pero quien desarrolló comercialmente la radio fue Guglielmo Marconi. Empezó enviando mensajes a pequeñas distancias y poco a poco las fue alargando. En 1895 envió una desde su casa a su jardín y más tarde llegó a 1 km. En 1896 se trasladó a Inglaterra y envió una señal que llegó hasta unos 15 km de distancia. Por entonces estaba empezando a comercializarse su sistema. El ya anciano Lord Kelvin pagó para enviar un “marconigrama” al aún más anciano George Gabriel Stokes. Fue el primer mensaje de la historia transmitido de forma comercial.[/FONT]
[FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]Y es en este momento en el que entra en escena Henri Poincaré. Por aquella época publicó en el anuario del Bureau des Longitudes de París una noticia respecto al telégrafo sin cables donde aseguraba que el alcance útil de las ondas de radio no superaría los 300 km. Podemos pensar hoy que Poincaré estaba absolutamente equivocado. Al contrario: tenía toda la razón.[/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana]Pero si la luz y el electromagnetismo eran una misma cosa, tal como decían las ecuaciones de Maxwell, era imposible llegar más allá debido a la curvatura de nuestro planeta. Las ondas de radio son de mayor longitud de onda (varios metros) que las ondas del espectro visible (0,8 milésimas de mm). En virtud de la diferencia entre sus longitudes de onda, la luz no puede salvar apenas obstáculos, sino que es detenida hasta por el más pequeño; pero las ondas de radio podían “rodear” dicho obstáculo y llegar más allá.[/FONT]
[FONT=Verdana]Después de hacer sus números Poincaré llegó a la conclusión que la difracción no compensaría la curvatura de la Tierra y de ahí obtuvo ese máximo de unos 300 km. No era un impedimento técnico sino un impedimento teórico. Pero (y aquí hay un importante “pero”), por otro lado, Marconi había conseguido ponerse en contacto más de una vez con barcos que superaban la línea del horizonte. Basándose en esta experiencia, afirmaba que las ondas de radio se comportaban como ondas “guiadas”, o sea, adheridas a nuestro planeta por la conductividad de la corteza terrestre y la del mar. Incluso llegó a dibujar esta idea en un gráfico donde se ve una antena que emite ondas que dan un gran salto, llegan a la Tierra y luego vuelven a saltar. Rigurosamente hablando, la idea no era tan descabellada, pero el problema es que la conductividad de la Tierra es muy reducida para lograr hacer lo que pretendía Marconi.[/FONT]
[FONT=Verdana]El debate estaba servido. ¿Quién de los dos tenía razón? El juez, en estos casos, es la experimentación. El 12 de diciembre de 1901, Marconi estaba sentado en San Juan de Terranova (Canadá) a las 12:30 con los auriculares puestos esperando recibir los tres puntos en código Morse de la letra “S” que tenía que ser transmitida por uno de sus ayudantes desde Poldhu (Cornualles) a 3.360 km atravesando el océano … y los recibió con toda claridad. Así que esta fecha puede ser considerada como fundamental para el nacimiento de la radio, aunque en aquel momento sólo podían transmitirse mensajes por código morse.[/FONT]
[FONT=Verdana]¿Qué había podido suceder? ¿Dónde estaba el error de Poncaré? Algunos científicos llegaron a creer en las tesis de Marconi, pero al año siguiente llegaron Oliver Heaviside y Arthur Edwin Kennelly y dieron con la explicación correcta.[/FONT]
[FONT=Verdana]Resulta que en la Tierra tenemos atmósfera. Gracias a ello, nuestro planeta tiene una agradable temperatura para la vida, pues de no existir, estaríamos sometidos a unas medias de 50ºC bajo cero. Nos aísla de las partículas que corren por el espacio como si fuera un bloque de hormigón de 4,5 km de grosor. Pero en proporción tampoco es muy gruesa. Si la Tierra fuera del tamaño de uno de esos globos terráqueos de mesa, su grosor sería del de un par de capas de barniz.[/FONT]
[FONT=Verdana]Desde el nivel del mar hasta unos 16 km de altura tenemos la troposfera que es donde se genera el clima. Desde allí hasta hasta unos 50 km de altura tenemos la estratosfera. Por encima de esos 50 km encontramos la mesosfera. Aunque allí la atmósfera es extraordinariamente tenue, todavía hay moléculas para ofrecer resistencia y es allí donde arden los meteoritos. También es donde los cristales de hielo forman las nubes más altas, iluminadas por el sol que se ha ocultado bajo el horizonte cuando oscurece. Así hasta unos 80 km de altura. Pues bien, por aquellas zonas está la ionosfera que actúa como un espejo para las ondas de radio. Es gracias a ella, también, que podemos disfrutar de las auroras polares.[/FONT]
[FONT=Verdana]Ahí estaba, pues, la clave: la existencia de la ionosfera a la que hoy se le llama también capa de Kennelly-Heaviside y cuya existencia real se comprobó en 1925. Ni Poincaré ni Marconi podían haber sospechado su existencia. De no haber existido, esas ondas jamás hubieran llegado a Terranova y, efectivamente, las señales de Marconi no podrían haber superado los 300 km de distancia.[/FONT]
[FONT=Verdana]Y lo que son las cosas. Aunque no hubiera existido y no hubiera llegado la señal, seguro que Marconi se hubiera hecho igualmente rico. Pero ese golpe de suerte le hizo ganar un premio Nobel en 1909, cuando en realidad su tesis estaba equivocada y el pobre Poincaré, que tenía razón y cuyos méritos científicos fueron mucho mayores que los de Marconi, se quedó sin él.[/FONT]
[FONT=Verdana]Que luego digan que la suerte no juega un papel clave en algunas situaciones.[/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Verdana]Quiero decirles que esta investigación no termina aquí, ya que estando en la misma, encontré algo que me pareció bastante curioso y que jamás había oído nombrar, esto, una palabra bastante compleja, que quiero explicarles y que tiene mucho que ver con el tema que estamos tratando. [/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana]5.SERENDIPIA[/FONT]
[FONT=Verdana]Una serendipia no es otra cosa, que un descubrimiento de carácter científico que se ha encontrado accidentalmente, que se denomina también como casualidad, coincidencia o accidente.[/FONT]
[FONT=Verdana]Este término surgió a mediados del siglo XVIII, y fue introducido por primera vez en la cultura anglosajona por Horace Walpole, el cual se fundamento en un cuento persa llamado (Los tres príncipes del Serendip),historia en donde los tres príncipes solucionaban problemas gracias a grandes y extraordinarias casualidades.[/FONT]
[FONT=Verdana]A continuación veremos algunos apartes, de una de las cartas escritas por Horace Walpole, en donde pone de manifiesto el surgimiento de dichoso término.[/FONT]
[FONT=Verdana]“. . . this discovery indeed is almost of that kind which I call serendipity, a very expressive word, which as I have nothing better to tell you, I shall endeavor to explain to you: you will understand it better by the derivation than by the definition. I once read a silly fairy tale, called The Three Princes of Serendip: as their highnesses travelled, they were always making discoveries, by accidents and sagacity, of things which they were not in quest of: for instance, one of them discovered that a mule blind of the right eye had travelled the same road lately, because the grass was eaten only on the left side, where it was worse than on the right--now do you understand serendipity?”[/FONT]
[FONT=Verdana]“... este descubrimiento es del tipo que yo llamo serendipia, una palabra muy expresiva que voy a intentar explicarle, ya que no tengo nada mejor que hacer: la comprenderá mejor con su origen que con definiciones. Leí en una ocasión un cuentecillo titulado “Los tres príncipes de Seréndip”: en él sus altezas realizaban continuos descubrimientos en sus viajes, descubrimientos por accidente y sagacidad de cosas que en principio no buscaban: por ejemplo, uno de ellos descubría que una mula ciega del ojo derecho recorría últimamente el mismo camino porque la hierba estaba más raída por el lado izquierdo—¿comprende ahora la serendipia? “[/FONT]
[FONT=Verdana]También se habla a veces de las seudoserendipias, en las cuales el investigador, tras haber investigado mucho sobre algo sin obtener resultados, consigue finalmente su objetivo, pero a causa de un accidente fortuito o una revelación.[/FONT]
[FONT=Verdana]Concluyendo la serendepia puede ser redefinida como la [/FONT][FONT=Verdana]mezcla de [FONT=Verdana]suerte e ingenio.[/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana]A continuación, tratare de dar algunos otros ejemplos de lo que hemos venido hablando hasta el momento, obviamente ligados a las ciencias. [/FONT]
[FONT=Verdana]Friedrich Kekulé[/FONT][FONT=Verdana], químico, llevaba mucho tiempo intentando encontrar la huidiza estructura de la molécula de benceno. Simplemente, no se conocía una estructura de seis carbonos que tuviera las propiedades químicas que exhibía. Según cuenta él mismo en sus memorias, una tarde, mientras volvía a casa en autobús, se quedó dormido. Comenzó a soñar con átomos que danzaban y chocaban entre ellos. Varios átomos se unieron, formando una serpiente que hacía eses. De repente, la serpiente se mordió la cola y Kekulé despertó. A nadie se le había ocurrido hasta ese momento que pudiera tratarse de un compuesto cíclico. [/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Verdana]Niels Bohr,[/FONT][FONT=Verdana] llevaba mucho tiempo trabajando en la configuración del átomo. Tuvo un sueño en el cual vio un posible modelo de dicha configuración, y al despertar, lo dibujó en un papel, sin darle mucha importancia. Poco tiempo después, volvió a ese papel y se dio cuenta de que realmente había hallado el modelo de la estructura del átomo. [/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Verdana]El Principio de Arquímedes[/FONT][FONT=Verdana] fue descubierto al introducirse en una bañera y observar cómo su cuerpo desplazaba una masa de agua equivalente al volumen sumergido; gritando entonces la famosa palabra: eureka. [/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Verdana]Galvani[/FONT][FONT=Verdana]: “Había diseccionado y preparado una rana del modo habitual y mientras atendía otro asunto la dejé extendida en una mesa sobre la que había una máquina eléctrica pero a una considerable distancia de la misma. Cuando una de las personas presentes tocó ligeramente por accidente los nervios de la rana con la punta de un escalpelo, todos los músculos de sus patas se contrajeron una y otra vez, como afectados por intensos calambres” [/FONT]
[FONT=Verdana]Así describía Galvani su primera observación absolutamente accidental de lo que el llamaba "electricidad animal". En lugar de olvidar el incidente no paró hasta reproducirlo. Los experimentos de Galvani ayudaron a establecer las bases del estudio biológico de la neurofisiología y la neurología. El cambio de paradigma en este campo fue radical: los nervios no eran canales con fluidos como la mente de Descartes había concebido tiempo atrás, sino conductores eléctricos. La información dentro del sistema nervioso se transportaba mediante la electricidad generada directamente por el tejido orgánico.[/FONT]
[FONT=Verdana]Oersted: [/FONT][FONT=Verdana]Algo similar le ocurriría al físico danés H. C. Oersted, allá por el año 1802, cuando descubrió la conexión entre la Electricidad y el Magnetismo. Durante mucho tiempo se consideró el magnetismo como una propiedad especial y exclusiva del acero y del hierro, puesto que no se conocían otras sustancias que fuesen atraídas por los imanes o que pudiesen quedar magnetizadas permanentemente. Fue mientras impartía una conferencia en Copenhague sobre la conversión de electricidad en calor, cuando Oersted, al situar accidentalmente una brújula cerca del hilo conductor de electricidad, observó que al conectar el interruptor para que circulase la corriente eléctrica, la aguja de la brújula cambiaba de dirección. Experimentos posteriores constataron que, efectivamente, las cargas eléctricas en movimiento producen efectos magnéticos. Oersted pasaría a la historia por este célebre descubrimiento con el que se topó de manera puramente casual.[/FONT]
[/FONT][FONT=Verdana]En este punto, es donde nos damos cuenta que la ciencia es un ente tan complejo, que la misma suerte ha jugado un papel muy importante en el desarrollo de esta.[/FONT]
[FONT=Verdana]6.PREMIOS NOBEL[/FONT]
[FONT=Verdana]Para obtener un Nobel: suerte y persistencia[/FONT]
Rolf Zinkernagel, profesor suizo de la Universidad de Zúrich, Premio Nobel de Medicina 1996.
[FONT=Verdana]En la percepción del público (la obtención del Nobel) te hace una persona diferente“, destaca el especialista, quien desde hace 22 años trabaja en el Instituto de Inmunología Experimental de la Universidad de Zúrich.[/FONT]
[FONT=Verdana]“Eso te abre nuevas posibilidades para hablar acerca de la ciencia y para comunicar cualidades especiales de la ciencia a una mayor audiencia. Te conviertes en una figura pública y la gente está más inclinada a escucharte. Por ejemplo, yo tuve la oportunidad de escribir en el periódico más popular de Suiza, el Blick”, añadió.[/FONT]
[FONT=Verdana]Zinkernagel fue premiado por sus investigaciones en inmunología, efectuadas junto con el australiano Peter Doherty, entre 1973 y 1975. Ambos científicos descubrieron la forma como los sistemas inmunitarios del cuerpo reconocen las células infectadas con virus.[/FONT]
[FONT=Verdana]Resultados inesperados[/FONT]
[FONT=Verdana]En los últimos 25 años, las investigaciones científicas han transformado nuestra comprensión en torno al desarrollo y funcionamiento del sistema inmunológico.[/FONT]
[FONT=Verdana]El gran descubrimiento se produjo casi de forma accidental, destaca Zinkernagel a swissinfo. “Doherty y yo mismo planeamos ese experimento por razones enteramente diferentes. Teníamos una idea particular que queríamos comprobar”.[/FONT]
[FONT=Verdana]“Durante la prueba, nos vimos confrontados con dos tipos de datos, los cuales no tenían realmente nada qué ver con las ideas establecidas acerca de la interacción de las células inmunizadas con las células del cuerpo infectadas por virus. Era tan inesperado que era claro que, por suerte, algo fundamental había caído en nuestras manos”.[/FONT]
[FONT=Verdana]Para Zinkernagel la suerte y la perseverancia forman parte de la ecuación que hace a un científico obtener un premio Nobel.[/FONT]
[FONT=Verdana]Vacunas más efectivas[/FONT]
[FONT=Verdana]“En general, pienso que no tenemos la agudeza suficiente para hacer las preguntas verdaderamente importantes y con mucha frecuencia es una observación de suerte la que lanza el balón pocas yardas más lejos”.[/FONT]
[FONT=Verdana]Un cuarto de siglo después de los hallazgos de Zinkernagel y Doherty, científicos de diversas partes del mundo tratan de emplear el descubrimiento en sus investigaciones en torno a vacunas más afectivas.[/FONT]
[FONT=Verdana]“Tratamos de saber de qué manera exacta las células avanzan y como inician una respuesta inmunológica”.[/FONT]
[FONT=Verdana]“Si lo logramos, será posible, por ejemplo, usar esos conocimientos para provocar respuestas inmunológicas contra tumores tales como carcinomas o sarcomas o para mejorar las vacunas. Esas simples reglas son relativamente poco conocidas”, concluyó Zinkernagel.[/FONT]
[FONT=Verdana]Ahora otro caso.[/FONT]
[FONT=Verdana]Ser Nobel es cuestión de suerte[/FONT]
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[FONT=Verdana]Convertirse en Premio Nobel es cuestión de inteligencia y suerte. Aunque sólo 521 personas en un siglo han recibido el galardón que entrega la Academia Sueca a iniciativa de Alfred Nobel, los jóvenes deben guardar la esperanza porque ya decía Luis Pasteur: “La suerte le llega al preparado”. [/FONT]
[FONT=Verdana]Ese fue el consejo del científico sueco Erling Norrby a decenas de jóvenes que se reunieron en el Palacio de la Autonomía de la UNAM para escuchar la conferencia “¿Cómo se llega a ser un Premio Nobel?” que dictó el investigador miembro del Comité del Premio Nobel del Instituto Karolinska. [/FONT]
[FONT=Verdana]Sin embargo, aceptó que son pocos los premios Nobel que se han dado en esta parte del mundo. Reconoció que en México, como en otros países de América Latina, hace falta invertir en educación. “Hay muchas personas que no han tenido la oportunidad de desarrollar sus propios talentos”. [/FONT]
[FONT=Verdana]El especialista en virología que en 1990 fue presidente de la Asamblea Nobel, recomendó a los jóvenes creer en los proyectos de investigación en los que trabajan y buscar a mentores porque 50% de los que han obtenido el premio han estado en laboratorios que preside un Nobel. [/FONT]
[FONT=Verdana]“Sean fuertes, atrévanse, busquen, no pierdan la curiosidad, a lo mejor hay una razón para que la investigación no salga, esperen y tendrán suerte; como decía Pasteur: ‘La suerte le llega al preparado’; piensen que a lo mejor están en el camino de algo nuevo, tal vez saben entender algo que nadie ha entendido”. [/FONT]
[FONT=Verdana]El investigador, que tiene más de 430 publicaciones, dijo que en la actualidad hay un desarrollo interesante en el sureste de Asia en países como Japón, China y Vietnam, lo que le hace creer que “veremos aportaciones muy importantes en esa parte del mundo”, con lo cual se terminaría con la supremacía estadounidense, de donde son 240 galardonados. [/FONT]
[FONT=Verdana]La elección en cada una de las cinco categorías: Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura y el de la Paz, es similar; el más complicado es el de Letras, un comité debe leer la obra de cinco nominados que llegan a la etapa final, es determinante que sean conocidos y que la traducción los ayude. [/FONT]
[FONT=Verdana]El jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, nombró huésped distinguido y entregó la Medalla de la Ciudad de México a Erling Norrby, quien se pronunció por apoyar a los jóvenes en su preparación.[/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana]En fin y ustedes se preguntaran ¿para que todo esto? Pues bien las respuestas son sencillas:[/FONT][/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana]La divulgación de la ciencia a través de la historia, desde que estoy en la aventura de la física, me ha parecido una de las mejoras formas de abordar cualquier tipo de tema de carácter científico, lo cual he tratado de hacer en este pequeño artículo, además he querido hacer notar que la ciencia es un proceso de carácter netamente humano, y que simplemente, por este hecho, la suerte puede influir dentro de su desarrollo. También quiero hacer caer en cuenta, que si bien es cierto no somos genios, el hecho de alguna omisión que podría ser llamada despectivamente como suerte es bien recibida, aunque prefiriésemos que fuera llamada serendipia, la cual hasta los mejores científicos, confiesan haberla tenido y necesitado para ganar hasta un premio Nóbel.[/FONT][/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana]Espero este artículo haya sido de bastante utilidad académica, para los usuarios de la Web de Física, y así mismo poder seguir haciendo otros artículos más, que prometo serán del mismo corte. [/FONT][/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana]No siendo más se despide de ustedes[/FONT][/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana]OMAR BOHORQUEZ [/FONT][/FONT]
[FONT=Arial][FONT=Verdana][FONT=Arial]REFERENCIAS[/FONT][/FONT][FONT=Verdana]
[FONT=Wingdings]ü [/FONT][FONT=Arial]“Breve historia de la química” ISAAC ASIMOV.[/FONT]
[FONT=Wingdings]ü [/FONT][FONT=Arial]“Biografía de la física” GEORGE GAMOW.[/FONT]
[FONT=Wingdings]ü [/FONT][FONT=Arial]“La comprensión de la ciencia” JAMES B. CONANT.[/FONT]
[FONT=Wingdings]ü [/FONT][FONT=Arial]“Causalidad y accidentalidad de los descubrimientos científicos” RENÉ TATON.[/FONT]
[FONT=Wingdings]ü [/FONT][FONT=Arial]“Eurekas y Euforias” WALTER GRATZER.[/FONT]
[FONT=Wingdings]ü[/FONT][FONT=Arial][FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]http://es.wikipedia.org/[/FONT][/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Wingdings]ü[/FONT][FONT=Arial][FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]http://www.swissinfo.ch/[/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Wingdings]ü[/FONT][FONT=Arial][FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]http://www.portalciencia.net/[/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Wingdings]ü[/FONT][FONT=Arial][FONT=Times New Roman][FONT=Verdana]http://www.eluniversal.com.mx/[/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
[FONT=Verdana][FONT=Wingdings]ü[/FONT][FONT=Arial]http://www.historiasdelaciencia.com/[/FONT][/FONT]
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