A menudo pensamos que los físicos son una especie a parte en la sociedad. Eso no es cierto, claro, todos somos biológicamente humanos. Pero si es cierto que, a causa de nuestra actividad, compartimos una serie de rasgos que nos hacen algo diferentes en el mundo. Principalmente, estamos acostumbrados a tratar con tantos temas diferentes, a encarar la solución de problemas. Y, por que no decirlo, alguien que ha sido capaz de terminar la carrera de física es por que, en cierta medida, tiene una buena ética de trabajo constante.
Esto no se nota normalmente las situaciones más cotidianas. Si ves a alguien dormisqueando en el tren de cercanías, no puedes saber si es físico o no (salvo que se le ocurra llevar la camiseta de la facultad; con lo que además de su dedicación, sabemos bastante sobre su gusto). Pero hay ciertas situaciones donde las diferencias destacan. Pueden ser espontáneas, como no poder evitar corregir a alguien que dice que su chute no ha llegado a la portería por que "se ha quedado sin fuerza en el aire". Pero hay otras que son ineludibles. Sobre todo situaciones que requieren de actitudes intelectuales, la formación de los físicos hará que lo afronten de una forma diferente.
La autoescuela es una de esas situaciones. No es que vaya a ponerme como ejemplo del físico prototipo, pero voy a explicar las experiencias desde mi punto de vista.
La teórica de la autoescuela es, vamos a ser sinceros, un rollo patatero. El temario es extenso, con un montón de datos, excepciones y contraexepciones. Eso asusta a muchas personas, que se frustran cuando no entienden algo, o no son capaces de comprender las excepciones y cuando aplicarlas. No ayuda el hecho que, a menudo, la redacción de las preguntas es capciosa y tiende a pretender despistar. Una sola palabra, o una coma, hacen variar completamente el significado.
Pero eso no es nada en comparación con una asignatura cualquiera de la carrera de física. Y, supongo, la situación será similar en la mayor parte de carreras. Además, en una asignatura media de la carrera, no es suficiente con una aceptable comprensión del temario. Es necesario, además, adquirir una serie de habilidades; una soltura notable en la manipulación de los conceptos. De nada te sirve saber la ecuación de Schödinger si después no sabes resolverla, ni integrar para calcular el valor de los observables.
El hábito de enfrontarse a temarios monstruosos y multidisciplinares es un gran favor del físico en una situación como ésta. Al contrario que el homo sapiens, no se desmoraliza ni se le atraganta. Es más, lo encara de una forma diferente, incluso tiene interés por profundizar, estudia fuera de clases, y tiene mayor facilidad para recordar los datos.
No sólo eso, sino que su forma de aprender es diferente. No se conforma con una tabla de datos donde aprenderse las diferentes velocidades límites en varios tipos de carreteras. Busca, y encuentra, las regularidades; en vez de recitarla de carrerilla, es capaz de deducirla cada vez, con precisión.
En resumen, la formación del físico le hace tener la mente organizada de otra forma, de afrontar con curiosidad y seguridad la resolucion de nuevos problemas, tener facilidad para asimilar rápidamente contenidos nuevos, interiorizarlos y buscar pautas que le permitan interiorizlarlo sin recurir a la memorización bruta.
Éstas son las condiciones que siempre se ha dicho que hacen del físico un candidato ideal para la mayor parte de puestos de coordinación o donde sea necesaria la rápida comprensión de matérias interdisciplinares. Y éstas son las causas de que los físicos sean uno de los colectivos con menos paro.
Y todo esto, por que la autoescuela no es nada en comparación a una asignatura cualquiera de la carrera...
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Un físico en la autoescuela
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