¡Namaste!
Como sabréis, estas han sido semanas más que complicadas aquí en mi país. Pero, ¡ganamos! Los ciudadanos de a pie han derrocado la corrupta dictadura, y está firmemente determinado a que no se erija otra en su lugar.
Hablando de tiranos, he estado tentada en enviar a Keops vuestras respuestas sobre la imposibilidad de fundir diamantes. Pero la verdad es que creo que se merece seguir con la duda algún que otro milenio más.
En fin, dejemos atrás las dictaduras (que bien suena eso) y volvamos a la vida normal. Desde hace unos días está en mi casa Vishnú, el avatar hindú de la bondad. Aunque muy lejos de su zona de influencia, su vocación de protector la ha atraído por los acontecimientos recientes.
El caso es que Vishnú no suele viajar mucho. El resto de representantes del Trimurti no le dejan apenas respirar. Brahmá no deja de crear nuevas maravillas, que deben ser protegidas de la espiral de destrucción de Shivá.
Quizá sea por esta falta de costumbre, pero mi invitado no deja de quejarse del cansancio del viaje desde el subcontinente. «Me duele la espalda, yo no tengo alas como tú», explicaba esta mañana, mirando con envidia mis apéndices emplumados. «Además, tengo el peso extra de los cuatro brazos».
Al decir esto, su cara adoptó una curiosa mueca. «Por cierto, ¿cuánto debe pesar cada brazo? Siempre me lo he preguntado, pero obviamente no quiero cortarme uno para pesarlo. Y si lo pongo en una balanza, la medida no será muy fiable teniendo en cuenta que parte del peso de la extremidad reposa sobre mis múltiples hombros».
Yo, como buena anfitriona, me he ofrecido a traer aquí su duda para que vosotros, fieles concursantes del desafío, agudicéis vuestro ingenio y propongáis formas de determinar el paso (o la masa, si preferís; ¡pero no confundáis ambos conceptos!).
En esta ocasión Vishnú no busca una respuesta concreta; espera diferentes formas de realizar la medida. Eso sí, me ha dado permiso para que desarrolléis vuestras técnicas con personas de solo dos brazos, ¡no hay suficientes deidades hindúes para tantos experimentos! En cualquier caso, la única condición es que el sujeto en cuestión no debe sufrir ningún tipo de daño en ningún momento.
Como sabréis, estas han sido semanas más que complicadas aquí en mi país. Pero, ¡ganamos! Los ciudadanos de a pie han derrocado la corrupta dictadura, y está firmemente determinado a que no se erija otra en su lugar.
Hablando de tiranos, he estado tentada en enviar a Keops vuestras respuestas sobre la imposibilidad de fundir diamantes. Pero la verdad es que creo que se merece seguir con la duda algún que otro milenio más.
En fin, dejemos atrás las dictaduras (que bien suena eso) y volvamos a la vida normal. Desde hace unos días está en mi casa Vishnú, el avatar hindú de la bondad. Aunque muy lejos de su zona de influencia, su vocación de protector la ha atraído por los acontecimientos recientes.
El caso es que Vishnú no suele viajar mucho. El resto de representantes del Trimurti no le dejan apenas respirar. Brahmá no deja de crear nuevas maravillas, que deben ser protegidas de la espiral de destrucción de Shivá.
Quizá sea por esta falta de costumbre, pero mi invitado no deja de quejarse del cansancio del viaje desde el subcontinente. «Me duele la espalda, yo no tengo alas como tú», explicaba esta mañana, mirando con envidia mis apéndices emplumados. «Además, tengo el peso extra de los cuatro brazos».
Al decir esto, su cara adoptó una curiosa mueca. «Por cierto, ¿cuánto debe pesar cada brazo? Siempre me lo he preguntado, pero obviamente no quiero cortarme uno para pesarlo. Y si lo pongo en una balanza, la medida no será muy fiable teniendo en cuenta que parte del peso de la extremidad reposa sobre mis múltiples hombros».
Yo, como buena anfitriona, me he ofrecido a traer aquí su duda para que vosotros, fieles concursantes del desafío, agudicéis vuestro ingenio y propongáis formas de determinar el paso (o la masa, si preferís; ¡pero no confundáis ambos conceptos!).
En esta ocasión Vishnú no busca una respuesta concreta; espera diferentes formas de realizar la medida. Eso sí, me ha dado permiso para que desarrolléis vuestras técnicas con personas de solo dos brazos, ¡no hay suficientes deidades hindúes para tantos experimentos! En cualquier caso, la única condición es que el sujeto en cuestión no debe sufrir ningún tipo de daño en ningún momento.
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