Hola mes amis, ¿qué tal todo?
Acabo de hacer llegar a Tántalo vuestras respuestas sobre el anterior desafío. El pobre no se lleva muy bien con la probabilidad, y es que pensar con la panza llena siempre es complicado. ¡Creo que ha acaparado con todas las chocolatinas del Tártaro!
Por cierto, esta vez os escribo desde el más allá. No sabéis lo afortunada que me siento de poder volar entre ambos mundos, seguro que a muchos os encantaría hacerlo, ¿verdad? Sobre todo la parte de volver después, claro.
Seguro que ahora estáis apostando a que relataré mi encuentro con algún físico histórico. Pues no, está vez he estado en la asociación de padres de físicos.
Este tipo de asociaciones de "padres de" abunda en este lado del velo. Aquí conviven (o conmueren) todas las generaciones... por toda la eternidad, por lo menos hasta que ésta llegue a su fin. Y, claro, los padres de personajes influyentes se sienten desplazados cuando llega su triunfador hijo y acaparar toda la atención.
Estoy disfrutando mucho de la estancia, he hablado con bastantes padres de eminencias. Igual más adelante os explicaré alguna anécdota más, pero hoy me centraré en la conversación con el padre de Agustin-Jean Fresnel.
En particular, me interesó un curioso suceso acaecido mientras Fresnel investigaba acerca de la difracción. Arquitecto de toda la vida, su padre no entendía muy bien lo que hacía, pero su amor paternal le hizo acercarse y preguntar. Mi interlocutor nunca olvidará la respuesta:
Al rememorar la frase, se notó en la cara que, pese a todo el orgullo paternal que siente, seguía sin entender. Si la habitación era más bien pequeña... ¿Cómo puede pretender enfocar al infinito con sólo unos cinco metros de laboratorio?
Estoy segura que vosotros, habitantes dea web, podréis poner fin a casi dos siglos de incomprensión intergeneracional.
Acabo de hacer llegar a Tántalo vuestras respuestas sobre el anterior desafío. El pobre no se lleva muy bien con la probabilidad, y es que pensar con la panza llena siempre es complicado. ¡Creo que ha acaparado con todas las chocolatinas del Tártaro!
Por cierto, esta vez os escribo desde el más allá. No sabéis lo afortunada que me siento de poder volar entre ambos mundos, seguro que a muchos os encantaría hacerlo, ¿verdad? Sobre todo la parte de volver después, claro.
Seguro que ahora estáis apostando a que relataré mi encuentro con algún físico histórico. Pues no, está vez he estado en la asociación de padres de físicos.
Este tipo de asociaciones de "padres de" abunda en este lado del velo. Aquí conviven (o conmueren) todas las generaciones... por toda la eternidad, por lo menos hasta que ésta llegue a su fin. Y, claro, los padres de personajes influyentes se sienten desplazados cuando llega su triunfador hijo y acaparar toda la atención.
Estoy disfrutando mucho de la estancia, he hablado con bastantes padres de eminencias. Igual más adelante os explicaré alguna anécdota más, pero hoy me centraré en la conversación con el padre de Agustin-Jean Fresnel.
En particular, me interesó un curioso suceso acaecido mientras Fresnel investigaba acerca de la difracción. Arquitecto de toda la vida, su padre no entendía muy bien lo que hacía, pero su amor paternal le hizo acercarse y preguntar. Mi interlocutor nunca olvidará la respuesta:
Escrito por Fresnel
Estoy segura que vosotros, habitantes dea web, podréis poner fin a casi dos siglos de incomprensión intergeneracional.
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