La investigación científica y tecnológica son guiadas, y a veces extravíadas, por ciertas hipótesis ontológicas. Entre éstas se destacan las siguientes:
1. Existe un mundo exterior (al sujeto). Si no existiese no se lo podría investigar con los métodos usuales: nos limitaríamos a la matemática pura o a la introspección. Pero de hecho nos interesa averiguar algo acerca de las cosas desconocidas que nos rodean: postulamos pues que existen aun cuando no sabemos exactamente cómo son.
2. El mundo está compuesto de cosas (objetos concretos, materiales). Por consiguiente las ciencias de la realidad natural y social estudian cosas, sus propiedades y los cambios de éstas. Si hubiese objetos reales que no fuesen cosas, no podríamos obervarlos ni controlarlos con la ayuda de otras cosas (p. ej., Instrumentos de medición).
3. Las formas son propiedades de las cosas. En la realidad na hay formas platónicas que planeen por encima de las cosas individuales o que se introduzcan en éstas a modo de fantasmas incorpóreos. Tan es así, que (a) estudiamos y modificamos las propiedades de las cosas examinando las cosas mismas y sus cambios, y (b) representamos las propiedades por predicados (funciones) cuyos dominios son, al menos en parte, conjuntos de cosas toncretas. (Por ejemplo, el producto bruto nacional es representable mediante una función que va del producto cartesiano del conjunto de las naciones por el conjunto de los instantes de tiempo, al conjunto de los números racionales positivos.)
4. Las cosas se asocian en sistemas o agregados de componentes ínteractuantes. Toda cosa es componente de por lo menos un sistema. No hay cosas sueltas o extrasistémicas. Las fronteras que trazamos entre las cosas con fines de estudio son a menudo imaginarias. Cuanto existe física, realmente, es un sistema de algún tipo (físico, químico, biológico, social, técnico, etc.).
5. Todo sistema interactúa con otros sistemas en algunos respectos y está aislado de otros en otros respectos. Si no hubiera interacciones no podríamos saber nada; y si no hubiera aislamiento relativo nos veríamos obligados a conocer la totalidad a fin de conocer una parte cualquiera.
6. Toda cosa cambia. Incluso los llamados componentes últimos o fundamentales de la materia terminan por cambiar radicalmente en el curso de sus interacciones con otras cosas (sistemas cuánticos, campos, o cuerpos)
7. Nada sale de la nada y nada se convierte en nada. Si así no fuera no tendríamos éxito en nuestras tentativas de descubrir el origen de las rosas ni los descendientes de los sistemas que desaparecen.
8. Toda cosa satisface leyes. Las leyes, sean naturales o sociales, son relaciones invariantes entre propiedades y son tan objetivas como estas últimas. Si no hubiera leyes no intentaríamos descubrirlas ni utilizarlas para explicar, predecir y actuar.
9. Hay diversas clases de leyes. Hay leyes llamadas causales y las hay probabilistas; hay leyes que relacionan propiedades a un mismo nivel (p. ej. leyes químicas) y otras que relacionan leyes a distintos niveles (p. ej., leyes psicosociales).
10. Hay diversos niveles de organización: físico, químico, biológico, social, técnico, etc. Los llamados niveles superiores emergen de otros en el curso de ciertos procesos evolutivos; una vez formados gozan de cierta autonomía y estabilidad. De lo contrario no seríamos capaces de conocer algo acerca de organismos sin antes haber agotado la física y la química.
Sin duda hay muchos otros principios (o hipótesis) ontológicos metidos en la investigación científica, principios que -como se dijo más arriba- guían o extravían la investigación, según sean verdaderos y sugerentes, o falsos y estériles. Compite al filósofo y al historiador de la ciencia el sacarlos a luz, analizarlos, evaluarlos y sistematizarlos. Quien se dedique a esta tarea hace ontología de la ciencia.
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Sacado del artículo "Ontología y ciencia" del físico y filósofo Mario Bunge.
1. Existe un mundo exterior (al sujeto). Si no existiese no se lo podría investigar con los métodos usuales: nos limitaríamos a la matemática pura o a la introspección. Pero de hecho nos interesa averiguar algo acerca de las cosas desconocidas que nos rodean: postulamos pues que existen aun cuando no sabemos exactamente cómo son.
2. El mundo está compuesto de cosas (objetos concretos, materiales). Por consiguiente las ciencias de la realidad natural y social estudian cosas, sus propiedades y los cambios de éstas. Si hubiese objetos reales que no fuesen cosas, no podríamos obervarlos ni controlarlos con la ayuda de otras cosas (p. ej., Instrumentos de medición).
3. Las formas son propiedades de las cosas. En la realidad na hay formas platónicas que planeen por encima de las cosas individuales o que se introduzcan en éstas a modo de fantasmas incorpóreos. Tan es así, que (a) estudiamos y modificamos las propiedades de las cosas examinando las cosas mismas y sus cambios, y (b) representamos las propiedades por predicados (funciones) cuyos dominios son, al menos en parte, conjuntos de cosas toncretas. (Por ejemplo, el producto bruto nacional es representable mediante una función que va del producto cartesiano del conjunto de las naciones por el conjunto de los instantes de tiempo, al conjunto de los números racionales positivos.)
4. Las cosas se asocian en sistemas o agregados de componentes ínteractuantes. Toda cosa es componente de por lo menos un sistema. No hay cosas sueltas o extrasistémicas. Las fronteras que trazamos entre las cosas con fines de estudio son a menudo imaginarias. Cuanto existe física, realmente, es un sistema de algún tipo (físico, químico, biológico, social, técnico, etc.).
5. Todo sistema interactúa con otros sistemas en algunos respectos y está aislado de otros en otros respectos. Si no hubiera interacciones no podríamos saber nada; y si no hubiera aislamiento relativo nos veríamos obligados a conocer la totalidad a fin de conocer una parte cualquiera.
6. Toda cosa cambia. Incluso los llamados componentes últimos o fundamentales de la materia terminan por cambiar radicalmente en el curso de sus interacciones con otras cosas (sistemas cuánticos, campos, o cuerpos)
7. Nada sale de la nada y nada se convierte en nada. Si así no fuera no tendríamos éxito en nuestras tentativas de descubrir el origen de las rosas ni los descendientes de los sistemas que desaparecen.
8. Toda cosa satisface leyes. Las leyes, sean naturales o sociales, son relaciones invariantes entre propiedades y son tan objetivas como estas últimas. Si no hubiera leyes no intentaríamos descubrirlas ni utilizarlas para explicar, predecir y actuar.
9. Hay diversas clases de leyes. Hay leyes llamadas causales y las hay probabilistas; hay leyes que relacionan propiedades a un mismo nivel (p. ej. leyes químicas) y otras que relacionan leyes a distintos niveles (p. ej., leyes psicosociales).
10. Hay diversos niveles de organización: físico, químico, biológico, social, técnico, etc. Los llamados niveles superiores emergen de otros en el curso de ciertos procesos evolutivos; una vez formados gozan de cierta autonomía y estabilidad. De lo contrario no seríamos capaces de conocer algo acerca de organismos sin antes haber agotado la física y la química.
Sin duda hay muchos otros principios (o hipótesis) ontológicos metidos en la investigación científica, principios que -como se dijo más arriba- guían o extravían la investigación, según sean verdaderos y sugerentes, o falsos y estériles. Compite al filósofo y al historiador de la ciencia el sacarlos a luz, analizarlos, evaluarlos y sistematizarlos. Quien se dedique a esta tarea hace ontología de la ciencia.
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Sacado del artículo "Ontología y ciencia" del físico y filósofo Mario Bunge.