Antiguamente las cañas de pescar eran eso: cañas más o menos largas, y, desde luego, no desmontables ni plegables.
Cierto día, un pescador, cansado ya tras varias horas sin pescar ni el primer pez, decidió regresar a su casa con su cesto vacío y su caña de 5 m de longitud; como quedaba bastante lejos, optó por esperar el bus en la parada cercana. Cuando llegó el bus y pretendió subir, el conductor se lo prohibió diciéndole que no se podía entrar en el bus con objetos de longitud superior a 4 m.
-¡Vaya! Con lo cansado que estoy, voy a tener que ir andando hasta casa- pensó el frustrado pescador.
Iba a empezar a caminar cuando se le iluminó la cara. Acababa de ocurrírsele la gran idea. Sin romper la caña ni doblarla, ¡podía entrar en el bus sin infringir el reglamento!
Cuando llegó el siguiente bus, en efecto, pudo subir con su caña y el resto de sus bártulos sin problema alguno.
¿Qué artimaña usó para poder viajar en el bus con su caña de 5 m?
Cierto día, un pescador, cansado ya tras varias horas sin pescar ni el primer pez, decidió regresar a su casa con su cesto vacío y su caña de 5 m de longitud; como quedaba bastante lejos, optó por esperar el bus en la parada cercana. Cuando llegó el bus y pretendió subir, el conductor se lo prohibió diciéndole que no se podía entrar en el bus con objetos de longitud superior a 4 m.
-¡Vaya! Con lo cansado que estoy, voy a tener que ir andando hasta casa- pensó el frustrado pescador.
Iba a empezar a caminar cuando se le iluminó la cara. Acababa de ocurrírsele la gran idea. Sin romper la caña ni doblarla, ¡podía entrar en el bus sin infringir el reglamento!
Cuando llegó el siguiente bus, en efecto, pudo subir con su caña y el resto de sus bártulos sin problema alguno.
¿Qué artimaña usó para poder viajar en el bus con su caña de 5 m?
Comentario