Podría uno preguntarse en primer lugar, por qué ha sido un interés de los matemáticos y filósofos de principios del siglo XX, en particular de figuras como Cantor, Russell, Hilbert, Zermelo, Gödel o Von Neumann por citar algunos de los más notables, el dotar a las matemáticas de una sólida base axiomática en la que poder fundamentarse. La respuesta básicamente sería la de poder enfrentarse al concepto de infinito. En matemáticas, el infinito abunda por doquier, infinitos son los elementos de N, Z, Q, R o C, por no decir los de los espacios R^n o C^n, sin ir más lejos. El infinito se enfrenta muchas veces con lo que podriamos denominar, nuestro sentido común. Por ejemplo, el conjunto de los números pares, es decir, de los múltiplos de 2, es un subconjunto propio de N. Dicho de otra forma, todo número par, es un elemento de N, pero no todo elemento de N, es un número par. Sin embargo, la sucesión a_n=2*n, nos permite establecer una aplicación biyectiva entre ambos conjuntos, de forma que a cada número par le corresponde un elemento de N y solo uno, y viceversa. Dicho de otra forma, tenemos un subconjunto propio que tiene la misma cantidad de elementos, que el conjunto que lo contiene. Nuestro sentido común se mueve casi siempre en términos que podriamos denominar finitos, y obviamente, para un conjunto finito, un subconjunto propio siempre tiene una cantidad de elementos menor que el conjunto que lo contiene. Hechos parecidos, hicieron ver, que era necesaria una fundamentación rigurosa de la matemática, para no caer en contradicciones, cuando de hablar del infinito se trataba.De hecho, no es exagerado el afirmar, que si en las matemáticas no se tratara sobre el infinito, los sistemas axiomáticos, no solo estarían de más, sino que sería mucho más práctico usar el sentido común sin más, toda demostración sería obvia una vez realizada.
Otro concepto que está en la base misma de las matemáticas, és el de conjunto. En realidad, podría decirse que un objeto pertenece al campo de las matemáticas, sí y solamente sí, es un conjunto. De las dos teorías axiomáticas en las que se fundamentan las matemáticas en la actualidad, a saber las de Zermelo-Fraenkel, y la de Gödel-Von Neumann, en la primera, conjunto es precisamente el objeto primitivo y no definido de la teoría. En la segunda, el concepto primitivo es el de clase. Russell objetó a la teoría de Cantor, que ésta presuponía que al igual que todo conjunto tiene una propiedad asociada, la inversa, es decir que toda propiedad tenía un conjunto asociado, también era cierta. Sin embargo Russell propuso el conjunto que tenía por elementos a aquellos conjuntos que no eran elementos de si mismos, llamando a este conjunto R. La pregunta era, ¿es R elemento de si mismo?. La respuesta afirmativa o negativa a esta pregunta conducía siempre a una contradicción. Ya que si R no era elemento de si mismo, entonces pertenecía a R, y si era elemento de si mismo, entonces no podía serlo.
Dicho de otra forma, Russell dió un ejemplo de una propiedad, que no tenía ningún conjunto asociado, ya que para que un conjunto esté bién definido, es imprescindible que dado otro conjunto cualesquiera, podamos decir sin ambigüedad alguna, si es o no elemento de nuestro conjunto.
Pues bien, entonces la extensión de una propiedad no era siempre un conjunto, por lo que a partir de entonces, la extensión de una propiedad, pasó a denominarse una clase.
Esta era el objeto primitivo de la teoría axiomática de Gödel-Von Neumann. En dicha teoría, el concepto de conjunto, se definía a partir del concepto primitivo de clase, de forma que un conjunto era una clase que pertenecía a otra clase, mientras que una clase que no pertenecía a ninguna otra clase, era una clase propia.
En lo que sí que coinciden ambas teorías, es en que la relación primitiva no definida, es la relación de pertenencia. Dicho sea de paso, es conveniente poner de manifiesto que cuando decimos que x€A, lo que enrealidad decimos es que el conjunto x es elemento del conjunto A, pero no que x y A sean objetos de distinta naturaleza, ambos son conjuntos.
Bien, lo que se pretendía a principios del siglo XX, era encontrar un sistema axiomático en el que todas las propiedades de los conjuntos y solo ellas, pudieran derivarse de un conjunto finito de axiomas, y las reglas de inferencia asociadas al sistema. La importancia de ello radicaba, en que casi todas las ramas de las matemáticas, ya se fundamentaban sobre el concepto de conjunto, luego si se conseguía ese proposito, se tendría una base sólida sobre la que poder fundamentar la verdad matemática. Ese era precisamente uno de los que consideraba Hilbert como retos del milenio.
Fue el gran lógico Kurt Gödel, quién dió respuesta al problema, pero de la manera más sorprendente posible. La respuesta era que simplemente era imposible hacer tal cosa. El motivo era que en todo sistema axiomático recursivo, lo suficientemente complejo para contener a N (y por lo tanto al concepto de infinito), aparecían proposiciones indecidibles, es decir, enunciados de los que no se podía demostrar su veracidad ni falsedad a partir de los axiomas. Otra consecuencia de esta indecidibilidad y que en cierta forma era todavía más preocupante que la indecidibilidad en si misma, es que no podía demostrarse la consistencia del sistema, desde dentro del propio sistema, ya que tal demostración nos conduce a una contradicción. Dicho de otra forma más comprensible, no había forma de probar desde dentro del propio sistema, que dicho sistema no era contradictorio.
Ahora bien, en un sentido absoluto, el intento de fundamentar las matemáticas sobre una base sólida había fracasado. Pero ello no quería decir que no se pudiera hacer nada al respecto, sino simplemente, que el absoluto y la perfección no existen.
El hecho curioso, es que a pesar de todo, aparecieron dos sistemas, los mencionados anteriormente, extraordinariamente potentes, y sobre los cuales se podía fundamentar casi toda la matemática conocida. En dichos sistemas, aparecieron ejemplos famosos de esas proposiciones indecidibles que mencionara Gödel, como es el caso del axioma de elección, del cual ya se ha hablado en el foro, o de la hipótesis del continuo.
Hagamos una aproximación al que por ser más conocido, y más sencillo de comprender para el profano, puede dar una mejor idea de por donde andamos en la actualidad en lo que a fundamentación de las matemáticas se refiere.
Cuando alguien que es profano en la materia, observa por primera vez los axiomas de Zermelo-Fraenkel, puede tener dos sensaciones. La primera es que parece extraño que de unos pocos axiomas, a lo sumo unos 8, se pueda construir toda la matemática conocida. La segunda, es que es muy probable que esperara unas verdades que por obvias brillaran más que el Sol a plena luz del día, y se sorprende de que los axiomas no sean lo "evidentes" e "irrefutables" que pudiera haber esperado.
Veamos lo que quiero decir.
Podriamos dividir los axiomas en 3 categorías.
En la primera pondriamos el axioma de extensión, que en este caso, sí parece una verdad bastante obvia, ya que simplemente lo que afirma es que dos conjuntos cualesquiera A y B son iguales, si y solamente si, contienen a los mismos elementos. Este como se ve, es un axioma que nos servirá para determinar cuando dos conjuntos son o no el mismo.
En la segunda categoría, estarían aquellos axiomas que nos permiten construir nuevos conjuntos a partir de conjuntos conocidos. En esta categoría estarían por ejemplo, el axioma de la gran unión que afirma que dado un conjunto cualesquiera A, existe un conjunto al que llamamos UA , que tiene por elementos a todos los elementos, de los elementos de A. No me negaran ustedes, que eso ya no parece tan obvio como lo anterior. Otro ejemplo importante sería el axioma del conjunto de las partes. Digamos antes que un conjunto B decimos que es subconjunto de otro conjunto A, si y solo si, todo elemento de B también lo es de A.
Pues bien el axioma en cuestión lo que afirma, es que dado un conjunto cualesquiera A, existe un conjunto que llamaremos P(A) que tiene por elementos a todos aquellos conjuntos que son subconjuntos de A. Aquí la obviedad tampoco luce por su presencia. Dentro de esta categoría estarían la casi totalidad de los axiomas restantes ( a escepción tal vez del axioma de regularidad, que entre otras cosas más complejas, evita la existencia de conjuntos patológicos como un cierto conjunto A que fuera elemento de si mismo y cosas similares, dicho axioma, lo que simplemente afirma, es que todo conjunto no vacío contiene algún elemento con el que no comparte ningún elemento), como el axioma de especificación, el del reemplazo, o el de elección (el del par no lo menciono, ya que en realidad es un teorema que puede deducirse del resto de los axiomas, y que afirma que si tenemos dos conjuntos cualesquiera A y B existe el conjunto C={A,B})
Notemos, que por el momento, hemos hablado de igualdad entre conjuntos, de como crear nuevos conjuntos a partir de los ya existentes, pero todavía no hemos afirmado que exista algún conjunto. Para resolver esto, los matemáticos lo hacen con axiomas de la tercera categoría, de hecho, les basta un solo axioma, y van a lo grande. Así en nuestra tercera categoría de axiomas solo hay uno que simplemente dice: Existe un conjunto que tiene infinitos elementos.
Y poco más o menos, una teoría en la que se fundamentan las matemáticas, viene a ser esto.
Otro concepto que está en la base misma de las matemáticas, és el de conjunto. En realidad, podría decirse que un objeto pertenece al campo de las matemáticas, sí y solamente sí, es un conjunto. De las dos teorías axiomáticas en las que se fundamentan las matemáticas en la actualidad, a saber las de Zermelo-Fraenkel, y la de Gödel-Von Neumann, en la primera, conjunto es precisamente el objeto primitivo y no definido de la teoría. En la segunda, el concepto primitivo es el de clase. Russell objetó a la teoría de Cantor, que ésta presuponía que al igual que todo conjunto tiene una propiedad asociada, la inversa, es decir que toda propiedad tenía un conjunto asociado, también era cierta. Sin embargo Russell propuso el conjunto que tenía por elementos a aquellos conjuntos que no eran elementos de si mismos, llamando a este conjunto R. La pregunta era, ¿es R elemento de si mismo?. La respuesta afirmativa o negativa a esta pregunta conducía siempre a una contradicción. Ya que si R no era elemento de si mismo, entonces pertenecía a R, y si era elemento de si mismo, entonces no podía serlo.
Dicho de otra forma, Russell dió un ejemplo de una propiedad, que no tenía ningún conjunto asociado, ya que para que un conjunto esté bién definido, es imprescindible que dado otro conjunto cualesquiera, podamos decir sin ambigüedad alguna, si es o no elemento de nuestro conjunto.
Pues bien, entonces la extensión de una propiedad no era siempre un conjunto, por lo que a partir de entonces, la extensión de una propiedad, pasó a denominarse una clase.
Esta era el objeto primitivo de la teoría axiomática de Gödel-Von Neumann. En dicha teoría, el concepto de conjunto, se definía a partir del concepto primitivo de clase, de forma que un conjunto era una clase que pertenecía a otra clase, mientras que una clase que no pertenecía a ninguna otra clase, era una clase propia.
En lo que sí que coinciden ambas teorías, es en que la relación primitiva no definida, es la relación de pertenencia. Dicho sea de paso, es conveniente poner de manifiesto que cuando decimos que x€A, lo que enrealidad decimos es que el conjunto x es elemento del conjunto A, pero no que x y A sean objetos de distinta naturaleza, ambos son conjuntos.
Bien, lo que se pretendía a principios del siglo XX, era encontrar un sistema axiomático en el que todas las propiedades de los conjuntos y solo ellas, pudieran derivarse de un conjunto finito de axiomas, y las reglas de inferencia asociadas al sistema. La importancia de ello radicaba, en que casi todas las ramas de las matemáticas, ya se fundamentaban sobre el concepto de conjunto, luego si se conseguía ese proposito, se tendría una base sólida sobre la que poder fundamentar la verdad matemática. Ese era precisamente uno de los que consideraba Hilbert como retos del milenio.
Fue el gran lógico Kurt Gödel, quién dió respuesta al problema, pero de la manera más sorprendente posible. La respuesta era que simplemente era imposible hacer tal cosa. El motivo era que en todo sistema axiomático recursivo, lo suficientemente complejo para contener a N (y por lo tanto al concepto de infinito), aparecían proposiciones indecidibles, es decir, enunciados de los que no se podía demostrar su veracidad ni falsedad a partir de los axiomas. Otra consecuencia de esta indecidibilidad y que en cierta forma era todavía más preocupante que la indecidibilidad en si misma, es que no podía demostrarse la consistencia del sistema, desde dentro del propio sistema, ya que tal demostración nos conduce a una contradicción. Dicho de otra forma más comprensible, no había forma de probar desde dentro del propio sistema, que dicho sistema no era contradictorio.
Ahora bien, en un sentido absoluto, el intento de fundamentar las matemáticas sobre una base sólida había fracasado. Pero ello no quería decir que no se pudiera hacer nada al respecto, sino simplemente, que el absoluto y la perfección no existen.
El hecho curioso, es que a pesar de todo, aparecieron dos sistemas, los mencionados anteriormente, extraordinariamente potentes, y sobre los cuales se podía fundamentar casi toda la matemática conocida. En dichos sistemas, aparecieron ejemplos famosos de esas proposiciones indecidibles que mencionara Gödel, como es el caso del axioma de elección, del cual ya se ha hablado en el foro, o de la hipótesis del continuo.
Hagamos una aproximación al que por ser más conocido, y más sencillo de comprender para el profano, puede dar una mejor idea de por donde andamos en la actualidad en lo que a fundamentación de las matemáticas se refiere.
Cuando alguien que es profano en la materia, observa por primera vez los axiomas de Zermelo-Fraenkel, puede tener dos sensaciones. La primera es que parece extraño que de unos pocos axiomas, a lo sumo unos 8, se pueda construir toda la matemática conocida. La segunda, es que es muy probable que esperara unas verdades que por obvias brillaran más que el Sol a plena luz del día, y se sorprende de que los axiomas no sean lo "evidentes" e "irrefutables" que pudiera haber esperado.
Veamos lo que quiero decir.
Podriamos dividir los axiomas en 3 categorías.
En la primera pondriamos el axioma de extensión, que en este caso, sí parece una verdad bastante obvia, ya que simplemente lo que afirma es que dos conjuntos cualesquiera A y B son iguales, si y solamente si, contienen a los mismos elementos. Este como se ve, es un axioma que nos servirá para determinar cuando dos conjuntos son o no el mismo.
En la segunda categoría, estarían aquellos axiomas que nos permiten construir nuevos conjuntos a partir de conjuntos conocidos. En esta categoría estarían por ejemplo, el axioma de la gran unión que afirma que dado un conjunto cualesquiera A, existe un conjunto al que llamamos UA , que tiene por elementos a todos los elementos, de los elementos de A. No me negaran ustedes, que eso ya no parece tan obvio como lo anterior. Otro ejemplo importante sería el axioma del conjunto de las partes. Digamos antes que un conjunto B decimos que es subconjunto de otro conjunto A, si y solo si, todo elemento de B también lo es de A.
Pues bien el axioma en cuestión lo que afirma, es que dado un conjunto cualesquiera A, existe un conjunto que llamaremos P(A) que tiene por elementos a todos aquellos conjuntos que son subconjuntos de A. Aquí la obviedad tampoco luce por su presencia. Dentro de esta categoría estarían la casi totalidad de los axiomas restantes ( a escepción tal vez del axioma de regularidad, que entre otras cosas más complejas, evita la existencia de conjuntos patológicos como un cierto conjunto A que fuera elemento de si mismo y cosas similares, dicho axioma, lo que simplemente afirma, es que todo conjunto no vacío contiene algún elemento con el que no comparte ningún elemento), como el axioma de especificación, el del reemplazo, o el de elección (el del par no lo menciono, ya que en realidad es un teorema que puede deducirse del resto de los axiomas, y que afirma que si tenemos dos conjuntos cualesquiera A y B existe el conjunto C={A,B})
Notemos, que por el momento, hemos hablado de igualdad entre conjuntos, de como crear nuevos conjuntos a partir de los ya existentes, pero todavía no hemos afirmado que exista algún conjunto. Para resolver esto, los matemáticos lo hacen con axiomas de la tercera categoría, de hecho, les basta un solo axioma, y van a lo grande. Así en nuestra tercera categoría de axiomas solo hay uno que simplemente dice: Existe un conjunto que tiene infinitos elementos.
Y poco más o menos, una teoría en la que se fundamentan las matemáticas, viene a ser esto.
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