¡Feliz año a todos!
Antes que nada, os tengo que agradecer a todos la ayuda que le habéis prestado a mi nuevo amigo Arturo. Al poder entender finalmente el fenómeno de la Fata Morgana ha recobrado su juicio. De hecho, al hablar con él hace un rato le he visto más que animado, con renovadas fuerzas me ha comentado que iba a cantarle las cuarenta a un tal Lancelot.
Sé que llego un poco tarde a mi cita para proporcionar el nuevo desafío, pero tenéis que comprender que la celebración del año nuevo me ha dejado realmente destrozada. Es que este año me he ajuntado con uno de mis amigos de la infancia, Puff el dragón mágico. Quizá más de la adolescencia que de la infancia... y quizá algo más que amigos... Bueno, pero eso ahora no importa.
La verdad es que estoy muy contenta de que Puff se haya decidido a salir de su gruta cerca del mar. Desde que perdió una gran amiga suya, llamada Jackie Paper, había estado bastante mustio, e incluso había perdido alguna de sus escamas verdes.
Como ambos tenemos la capacidad de volar, de forma bastante grácil debo añadir, hemos ido haciendo un tour al rededor del mundo para vivir el cambio de año en varias ciudades del mundo. Empezamos por Nueva Zelanda y Australia, y terminamos en Argentina.
Por el camino pasamos por multitud de países y pudimos vivir la forma tan diferente en que se celebra este año al rededor del globo. Incluso en Hong Kong, donde no estábamos seguros si habría fiesta, o si seguirían su propio calendario.
Lo malo con este tipo de viajes es que una nunca sabe que ropa llevarse. Porque pasando por Siberia y el norte de Europa pasamos algo de frío, pero en Buenos Aires nos achicharramos.
Además, los cambios de temperatura tuvieron un efecto especial en el bastón que mi compañero de viaje utilizaba para atar el macuto que contenía su pertinencias: cambiaba su tamaño. Puff, que había estado repasando Física en su cueva de Honah Lee, mientras volábamos de Europa a Sur América, me contaba:
«Se trata de la dilatación térmica, que viene caracterizada por el coeficiente de dilatación lineal, según la ecuación
No sé cual es el coeficiente de dilatación del material de mi bastón, pero por lo que he observado, la diferencia de temperatura entre el helado Moscú y aquí, sobre las cálidas aguas tropicales, el bastón ha crecido un 10%. Si antes medía dos metros, ahora mide 220cm.»
Después de esto, me estuvo contando que lo interesante de todo esto es que, la hablar únicamente de cambios de longitud relativos, el coeficiente de dilatación no depende de la longitud total. Y, además, su valor es bastante constante si las variaciones de temperatura no son demasiado grandes.
«Eso quiere decir que si volviéramos a Moscú», continuó, «el palo volverá a perder el 10% de su longitud total. Es decir, si ahora mide 220cm, perderá 22cm y pasará a medir 1,98m». Dicho esto, se quedó mustio. «Espera, esto no cuadra. ¿Cómo puede ser que no me vuelvan a salir los dos metros iniciales?».
De hecho, se de buena tinta que tras saludar la llegada del 2011 por última vez, emprendió por su cuenta un nuevo viaje a la plaza roja para comprobar qué pasaba con esos dos centímetros que, según sus cálculos, el bastón debía perder irremediablemente.
En cualquier caso, no sea caso que no descubra el porqué de esta aparente contradicción, ¿podríais vosotros, amigos de La web de Física, ayudarle a comprender qué está mal en su cuenta?
Antes que nada, os tengo que agradecer a todos la ayuda que le habéis prestado a mi nuevo amigo Arturo. Al poder entender finalmente el fenómeno de la Fata Morgana ha recobrado su juicio. De hecho, al hablar con él hace un rato le he visto más que animado, con renovadas fuerzas me ha comentado que iba a cantarle las cuarenta a un tal Lancelot.
Sé que llego un poco tarde a mi cita para proporcionar el nuevo desafío, pero tenéis que comprender que la celebración del año nuevo me ha dejado realmente destrozada. Es que este año me he ajuntado con uno de mis amigos de la infancia, Puff el dragón mágico. Quizá más de la adolescencia que de la infancia... y quizá algo más que amigos... Bueno, pero eso ahora no importa.
La verdad es que estoy muy contenta de que Puff se haya decidido a salir de su gruta cerca del mar. Desde que perdió una gran amiga suya, llamada Jackie Paper, había estado bastante mustio, e incluso había perdido alguna de sus escamas verdes.
Como ambos tenemos la capacidad de volar, de forma bastante grácil debo añadir, hemos ido haciendo un tour al rededor del mundo para vivir el cambio de año en varias ciudades del mundo. Empezamos por Nueva Zelanda y Australia, y terminamos en Argentina.
Por el camino pasamos por multitud de países y pudimos vivir la forma tan diferente en que se celebra este año al rededor del globo. Incluso en Hong Kong, donde no estábamos seguros si habría fiesta, o si seguirían su propio calendario.
Lo malo con este tipo de viajes es que una nunca sabe que ropa llevarse. Porque pasando por Siberia y el norte de Europa pasamos algo de frío, pero en Buenos Aires nos achicharramos.
Además, los cambios de temperatura tuvieron un efecto especial en el bastón que mi compañero de viaje utilizaba para atar el macuto que contenía su pertinencias: cambiaba su tamaño. Puff, que había estado repasando Física en su cueva de Honah Lee, mientras volábamos de Europa a Sur América, me contaba:
«Se trata de la dilatación térmica, que viene caracterizada por el coeficiente de dilatación lineal, según la ecuación
No sé cual es el coeficiente de dilatación del material de mi bastón, pero por lo que he observado, la diferencia de temperatura entre el helado Moscú y aquí, sobre las cálidas aguas tropicales, el bastón ha crecido un 10%. Si antes medía dos metros, ahora mide 220cm.»
Después de esto, me estuvo contando que lo interesante de todo esto es que, la hablar únicamente de cambios de longitud relativos, el coeficiente de dilatación no depende de la longitud total. Y, además, su valor es bastante constante si las variaciones de temperatura no son demasiado grandes.
«Eso quiere decir que si volviéramos a Moscú», continuó, «el palo volverá a perder el 10% de su longitud total. Es decir, si ahora mide 220cm, perderá 22cm y pasará a medir 1,98m». Dicho esto, se quedó mustio. «Espera, esto no cuadra. ¿Cómo puede ser que no me vuelvan a salir los dos metros iniciales?».
De hecho, se de buena tinta que tras saludar la llegada del 2011 por última vez, emprendió por su cuenta un nuevo viaje a la plaza roja para comprobar qué pasaba con esos dos centímetros que, según sus cálculos, el bastón debía perder irremediablemente.
En cualquier caso, no sea caso que no descubra el porqué de esta aparente contradicción, ¿podríais vosotros, amigos de La web de Física, ayudarle a comprender qué está mal en su cuenta?
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