Parakalo!
Por primera vez, no he podido hacer llegar vuestras respuestas al protagonista del desafío anterior, dada su condición de anónimo. Y, la verdad, tampoco tenía muchas ganas de satisfacer la perversa curiosidad de un mirón. Tener inquietudes científicas es una cosa, y eso es lo que me gusta de vosotros, queridos habitantes del mundo de la Física. Pero aquel personaje fue demasiado lejos.
Hoy os escribo desde alta mar, en la nave Argos con su incansable capitán Jasón. Con inolvidables aventuras acaecidas en esta vetusta embarcación, una se alegra sobremanera de poder disfrutar de un apacible crucero de placer por el mar Egeo.
Como no podría ser de otra forma, y yo no quisiera que lo fuera, he tenido la oportunidad de disfrutar de interminables veladas con Jasón y sus cinco aguerridos marineros, sentados junto al mascarón de odia y reviviendo ancestrales relatos.
El relato que quiero compartir con vosotros trata de una vez que la Argos se quedó completamente detenida por falta de viento. Tras día de desespero, Jasón invocó al dios Eolo. Por inútiles que suelen ser estás invocaciones, la ociosa deidad apareció. Al parecer, se había tomado unas vacaciones y un crucero por las islas griegas le pareció una genial idea.
Al ver el velamen de la Argos completamente flácido, Eolos se disculpó. Había dejado unos cuántos becarios cubriendo su vacante, pero por desgracia no había suficientes. "Tendría que pagarles un sueldo digno, oye".
Para solucionar el desaguisado, Eolo propuso inflar las velas creando viento desde la cubierta de la propia Argos. Jasón estuvo encantado, aunque Pólux, el argonauta con más estudios, puso alguna pega hablando de la ausencia de fuerzas externas y del que acabaría siendo el principio de acción y reacción.
Haciendo oídos sordos, Eolo propuso empezar inflando la vela menor, por eso de empezar con precaución. Aunque siempre se pinta al dios del viento bufando para crear sus temibles corrientes de aire, a la hora de la verdad empezó a mover sus manos en círculos, como un ventilador.
Para sorpresa de todos, la nave no avanzó, pero tampoco permaneció quieta como había predicho Pólux. Todo lo contrario, retrocedió. Todos se quedaron boquiabiertos. Pero como la desesperación no deja tiempo para pensar demasiado, decidieron simplemente ir hacia atrás: les daba igual llegar a Creta o a Milos.
Esta vez, como habían visto que (aunque en sentido contrario) era seguro, Eolo se encaró a la vela mayor e inició su movimiento de manos aún más rápido si cabe. Lo que ocurrió entonces dejó a todos, una vez más, con la boca abierta.
Al contrario que antes, el barco se movió hacia adelante. Todos estaban tan extrañados que, cuando finalmente llegaron a puerto, decidieron no explicarlo nunca... hasta ahora.
Jasón sólo ha roto su silencio por que saben que vosotros, amigos de La web de Física, podéis explicar porqué crear viento desde el propio barco permite que este se mueva contradiciendo las leyes de Newton; y porqué se mueve adelante o atrás dependiendo del tamaño de la vela.
Por primera vez, no he podido hacer llegar vuestras respuestas al protagonista del desafío anterior, dada su condición de anónimo. Y, la verdad, tampoco tenía muchas ganas de satisfacer la perversa curiosidad de un mirón. Tener inquietudes científicas es una cosa, y eso es lo que me gusta de vosotros, queridos habitantes del mundo de la Física. Pero aquel personaje fue demasiado lejos.
Hoy os escribo desde alta mar, en la nave Argos con su incansable capitán Jasón. Con inolvidables aventuras acaecidas en esta vetusta embarcación, una se alegra sobremanera de poder disfrutar de un apacible crucero de placer por el mar Egeo.
Como no podría ser de otra forma, y yo no quisiera que lo fuera, he tenido la oportunidad de disfrutar de interminables veladas con Jasón y sus cinco aguerridos marineros, sentados junto al mascarón de odia y reviviendo ancestrales relatos.
El relato que quiero compartir con vosotros trata de una vez que la Argos se quedó completamente detenida por falta de viento. Tras día de desespero, Jasón invocó al dios Eolo. Por inútiles que suelen ser estás invocaciones, la ociosa deidad apareció. Al parecer, se había tomado unas vacaciones y un crucero por las islas griegas le pareció una genial idea.
Al ver el velamen de la Argos completamente flácido, Eolos se disculpó. Había dejado unos cuántos becarios cubriendo su vacante, pero por desgracia no había suficientes. "Tendría que pagarles un sueldo digno, oye".
Para solucionar el desaguisado, Eolo propuso inflar las velas creando viento desde la cubierta de la propia Argos. Jasón estuvo encantado, aunque Pólux, el argonauta con más estudios, puso alguna pega hablando de la ausencia de fuerzas externas y del que acabaría siendo el principio de acción y reacción.
Haciendo oídos sordos, Eolo propuso empezar inflando la vela menor, por eso de empezar con precaución. Aunque siempre se pinta al dios del viento bufando para crear sus temibles corrientes de aire, a la hora de la verdad empezó a mover sus manos en círculos, como un ventilador.
Para sorpresa de todos, la nave no avanzó, pero tampoco permaneció quieta como había predicho Pólux. Todo lo contrario, retrocedió. Todos se quedaron boquiabiertos. Pero como la desesperación no deja tiempo para pensar demasiado, decidieron simplemente ir hacia atrás: les daba igual llegar a Creta o a Milos.
Esta vez, como habían visto que (aunque en sentido contrario) era seguro, Eolo se encaró a la vela mayor e inició su movimiento de manos aún más rápido si cabe. Lo que ocurrió entonces dejó a todos, una vez más, con la boca abierta.
Al contrario que antes, el barco se movió hacia adelante. Todos estaban tan extrañados que, cuando finalmente llegaron a puerto, decidieron no explicarlo nunca... hasta ahora.
Jasón sólo ha roto su silencio por que saben que vosotros, amigos de La web de Física, podéis explicar porqué crear viento desde el propio barco permite que este se mueva contradiciendo las leyes de Newton; y porqué se mueve adelante o atrás dependiendo del tamaño de la vela.
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