¡Hola de nuevo, por última vez!
Sí, así es. Parece mentira pero la segunda edición del desafío llega a su final. Esto ha sido todo, espero qué hayáis disfrutado tanto como una servidora .
Yo, por mi parte, voy a disfrutar de un merecido descanso en un pacífico santuario en la china profunda, provincia de Henan. Creo que me tomaré un año sabático, que con 5000 años hay que tomarse la vida con algo más de calma.
Fijaos sí me lo tomo con tranquilidad que ni siquiera he emprendido el viaje haciendo uso de mis preciosas alas. Precisamente, ahora os escribo desde el tren que me dejará cerca de mi destino.
Lo bueno del transporte colectivo es que brinda la oportunidad de conocer gente. No mucha, ya que comparto el vagón con una sola persona, pero suficiente ya que nos hemos hecho amigos. Se llama Kwai Chang Caine, y era un antiguo residente del monasterio al que me dirijo.
La charla ha sido más que interesante, sobre todo recordando las enseñanzas que su maestro le inculcó de niño. Aunque lo más interesante ocurrió en cierto momento en que ambos habíamos callado, contemplando el paisaje por la ventana.
En esas, el tren entró en un largo túnel. Caine se quedó de piedra. Dijo: "si la ventana se comporta como un espejo, ¿por qué al aire libre no veía mi reflejo? ¿Cómo sabe el cristal si está en el túnel o en exterior y debe reflejar o refractar? Debo reflexionar sobre ello".
Ya lo veis, mis físicos favoritos. Ni siquiera de vacaciones los enigma me dejan en paz. Pero, ya que es el último en una larga temporada, os pido de todo corazón que lo disfrutéis.
Sí, así es. Parece mentira pero la segunda edición del desafío llega a su final. Esto ha sido todo, espero qué hayáis disfrutado tanto como una servidora .
Yo, por mi parte, voy a disfrutar de un merecido descanso en un pacífico santuario en la china profunda, provincia de Henan. Creo que me tomaré un año sabático, que con 5000 años hay que tomarse la vida con algo más de calma.
Fijaos sí me lo tomo con tranquilidad que ni siquiera he emprendido el viaje haciendo uso de mis preciosas alas. Precisamente, ahora os escribo desde el tren que me dejará cerca de mi destino.
Lo bueno del transporte colectivo es que brinda la oportunidad de conocer gente. No mucha, ya que comparto el vagón con una sola persona, pero suficiente ya que nos hemos hecho amigos. Se llama Kwai Chang Caine, y era un antiguo residente del monasterio al que me dirijo.
La charla ha sido más que interesante, sobre todo recordando las enseñanzas que su maestro le inculcó de niño. Aunque lo más interesante ocurrió en cierto momento en que ambos habíamos callado, contemplando el paisaje por la ventana.
En esas, el tren entró en un largo túnel. Caine se quedó de piedra. Dijo: "si la ventana se comporta como un espejo, ¿por qué al aire libre no veía mi reflejo? ¿Cómo sabe el cristal si está en el túnel o en exterior y debe reflejar o refractar? Debo reflexionar sobre ello".
Ya lo veis, mis físicos favoritos. Ni siquiera de vacaciones los enigma me dejan en paz. Pero, ya que es el último en una larga temporada, os pido de todo corazón que lo disfrutéis.
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