Parece mentira como pasa el tiempo; cualquiera diría que el Desafío acaba de empezar, pero hemos dejado atrás ya en el ecuador de este concurso.
Precisamente para celebrar que llevamos ya más de medio año de preguntas y respuestas, el otro día celebré una cena con muchos de mis amigos, en mi casa de Egipto. El menú era delicioso, baba ghannoush como entrante, moulouhiya y shish kebab como platos principales, y por último un más que delicioso kumfa, un postre hecho de tallarines horneados con azúcar, miel y nueces.
Llegados a este punto, nos pusimos a comentar los desafíos pasados; cómo no resbalar al caminar sobre hielo, un método infalible para no fallar nunca al boliche, formación de bolas de nieve bajando laderas, medir la tierra, relatividad de Galileo,... Cada cuál de los presentes elegía el que más le había gustado.
Cuando los doce desafíos anteriores fueron comentados, se hizo uno de esos incómodos silencios. Yo ofrecí café a todos los comensales, como la magnífica anfitriona que pretendo siempre ser. Al recibirlo, Anubis se quedó mirando fíjamente la humeante taza. El siempre observador Horus, que con sus ojos de halcón siempre lo ve todo, le preguntó que ocurría. "Se mueve; aún no he usado la cucharilla, estaba esperando que se enfriara un poco; pero se mueve por sí sólo... ¿por qué será?".
Como os podéis imaginar, esa es, y no otra, la pregunta de este nuevo desafío.
Precisamente para celebrar que llevamos ya más de medio año de preguntas y respuestas, el otro día celebré una cena con muchos de mis amigos, en mi casa de Egipto. El menú era delicioso, baba ghannoush como entrante, moulouhiya y shish kebab como platos principales, y por último un más que delicioso kumfa, un postre hecho de tallarines horneados con azúcar, miel y nueces.
Llegados a este punto, nos pusimos a comentar los desafíos pasados; cómo no resbalar al caminar sobre hielo, un método infalible para no fallar nunca al boliche, formación de bolas de nieve bajando laderas, medir la tierra, relatividad de Galileo,... Cada cuál de los presentes elegía el que más le había gustado.
Cuando los doce desafíos anteriores fueron comentados, se hizo uno de esos incómodos silencios. Yo ofrecí café a todos los comensales, como la magnífica anfitriona que pretendo siempre ser. Al recibirlo, Anubis se quedó mirando fíjamente la humeante taza. El siempre observador Horus, que con sus ojos de halcón siempre lo ve todo, le preguntó que ocurría. "Se mueve; aún no he usado la cucharilla, estaba esperando que se enfriara un poco; pero se mueve por sí sólo... ¿por qué será?".
Como os podéis imaginar, esa es, y no otra, la pregunta de este nuevo desafío.
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