¡Saludos cordiales!
Antes que nada, decid que le acabo de enviar vuestras eléctricas respuestas al bueno de Flash. Me ha pedido que os transmita un profundo agradecimiento. Aunque, a decir verdad, no le he visto muy interesado, estaba concentrado con su nueva idea de correr contra un cometa al rededor del Sol. En fin, este chico nunca cambiará.
Esta vez no he tenido la oportunidad de visitar a ninguno de mis amigos. Como sabéis, estas últimas semanas están siendo convulsas aquí en mi tierra. La verdad es que mi pueblo tiene ya una larga historia en cuanto a lo de vivir bajo el yugo de tiranos se refiere.
Pero no es menos cierto que también tiene una larga tradición de levantarse en contra de los abusos del poder.
De hecho, lo que está sucediendo me recuerda a la que se considera fue la primera revolución social de la historia. El pueblo de Egipto se levantó contra el imperio de los faraones, que en su afán por construir templos funerarios había despilfarrado los recursos del estado.
El mejor ejemplo fue Keops, quien ordenó la construcción de la Gran Pirámide, no muy lejos de mi casa. Hoy en día, una maravilla admirada por todos. Por aquél entonces, un símbolo de ostentación pagado con el recurso del pueblo.
De hecho, tales fueron los delirios de grandeza del faraón que tenía planes de construir un gran lago artificial al rededor de la pirámide, a modo de foso. Pero no con agua, no. Al parecer, n embalse en el desierto no era suficientemente grandilocuente. Su propósito era construirlo con diamante fundido.
Keops hizo llamar a los mayores eruditos del reino, quienes propusieron encender la mayor hoguera jamás vista para producir suficiente calor y fundir los diamantes. Sin embargo, el experimento no salió exactamente como estaba previsto.
Habían dejado los diamantes en bruto en una especie de paellera, en la cuál solo quedaban unos cuantos pellizcos de ceniza. Ni rastro de los diamates, y mucho menos del líquido que esperaban encontrar.
Si no fuera porque dichos diamantes habían salido del tesoro público, la verdad es que no hubiera podido sino alegrarme por el fracaso. No obstante, dejarle cuatro milenios y medio con la duda ya es suficiente penitencia para el faraón. ¿Podríais explicarle lo que sucedió?
Antes que nada, decid que le acabo de enviar vuestras eléctricas respuestas al bueno de Flash. Me ha pedido que os transmita un profundo agradecimiento. Aunque, a decir verdad, no le he visto muy interesado, estaba concentrado con su nueva idea de correr contra un cometa al rededor del Sol. En fin, este chico nunca cambiará.
Esta vez no he tenido la oportunidad de visitar a ninguno de mis amigos. Como sabéis, estas últimas semanas están siendo convulsas aquí en mi tierra. La verdad es que mi pueblo tiene ya una larga historia en cuanto a lo de vivir bajo el yugo de tiranos se refiere.
Pero no es menos cierto que también tiene una larga tradición de levantarse en contra de los abusos del poder.
De hecho, lo que está sucediendo me recuerda a la que se considera fue la primera revolución social de la historia. El pueblo de Egipto se levantó contra el imperio de los faraones, que en su afán por construir templos funerarios había despilfarrado los recursos del estado.
El mejor ejemplo fue Keops, quien ordenó la construcción de la Gran Pirámide, no muy lejos de mi casa. Hoy en día, una maravilla admirada por todos. Por aquél entonces, un símbolo de ostentación pagado con el recurso del pueblo.
De hecho, tales fueron los delirios de grandeza del faraón que tenía planes de construir un gran lago artificial al rededor de la pirámide, a modo de foso. Pero no con agua, no. Al parecer, n embalse en el desierto no era suficientemente grandilocuente. Su propósito era construirlo con diamante fundido.
Keops hizo llamar a los mayores eruditos del reino, quienes propusieron encender la mayor hoguera jamás vista para producir suficiente calor y fundir los diamantes. Sin embargo, el experimento no salió exactamente como estaba previsto.
Habían dejado los diamantes en bruto en una especie de paellera, en la cuál solo quedaban unos cuantos pellizcos de ceniza. Ni rastro de los diamates, y mucho menos del líquido que esperaban encontrar.
Si no fuera porque dichos diamantes habían salido del tesoro público, la verdad es que no hubiera podido sino alegrarme por el fracaso. No obstante, dejarle cuatro milenios y medio con la duda ya es suficiente penitencia para el faraón. ¿Podríais explicarle lo que sucedió?
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