¡Hola de nuevo a todos!
Hoy os escribo con buena compañía, está aquí mi amigo Mercurio. No se trata exactamente de una visita de cortesía, sino más bien de trabajo. Resulta que me veo con la necesidad de enviar un paquete al norte, y ¿quien mejor que el mensajero de los dioses, hijo del propio Júpiter, para llevar con seguridad cualquier mercancía?
Pero como no es plan forzar a un amigo a trabajar en domingo, hoy hemos pasado el día juntos. Disfrutamos juntos de unos cogollos y alcachofas de Tudela, como siempre acompañados con exquisitos vinos y de una más que interesante conversación.
Entre otras cosas, el mensajero alado me ha comentado que está muy orgulloso de que su nombre se utilice tanto en ciencia. Tanto es así que se ha convertido en el mayor coleccionista de termómetros del mundo. "Y no te olvides del planeta", me ha aconsejado. "Es el más cercano a la fuente de toda la vida de la tierra".
Su entusiasmo lo ha consumido, y no he podido hacer más que escuchar durante un buen rato: "Hay muchas cosas que la gente no sabe de mi planeta. Por ejemplo, su eje es prácticamente perpendicular a su órbita; con una inclinación de una centésima de grado. Eso quiere decir que no hay estaciones; en el ecuador, el sol nunca se desvía más de 0.01º de centro del cielo, y en los polos nunca se levanta más que eso del horizonte. Y, además pasa una cosa muy curiosa; durante ocho días (terrestres) de cada año mercuriano, el sol retrocede en el cielo, para volverse a mover adelante tras esa fabulosa semana. Eso hace que, en algunas partes del planeta, amanezca dos veces el mismo día..."
En ese momento es cuando vi en Mercurio la típica expresión de desconcierto. "No acabo de entender por qué pasa", confesó. Yo no he podido evitar iluminar mi rostro con una sonrisa, e invitarle a leer vuestras respuestas en quince días.
Hoy os escribo con buena compañía, está aquí mi amigo Mercurio. No se trata exactamente de una visita de cortesía, sino más bien de trabajo. Resulta que me veo con la necesidad de enviar un paquete al norte, y ¿quien mejor que el mensajero de los dioses, hijo del propio Júpiter, para llevar con seguridad cualquier mercancía?
Pero como no es plan forzar a un amigo a trabajar en domingo, hoy hemos pasado el día juntos. Disfrutamos juntos de unos cogollos y alcachofas de Tudela, como siempre acompañados con exquisitos vinos y de una más que interesante conversación.
Entre otras cosas, el mensajero alado me ha comentado que está muy orgulloso de que su nombre se utilice tanto en ciencia. Tanto es así que se ha convertido en el mayor coleccionista de termómetros del mundo. "Y no te olvides del planeta", me ha aconsejado. "Es el más cercano a la fuente de toda la vida de la tierra".
Su entusiasmo lo ha consumido, y no he podido hacer más que escuchar durante un buen rato: "Hay muchas cosas que la gente no sabe de mi planeta. Por ejemplo, su eje es prácticamente perpendicular a su órbita; con una inclinación de una centésima de grado. Eso quiere decir que no hay estaciones; en el ecuador, el sol nunca se desvía más de 0.01º de centro del cielo, y en los polos nunca se levanta más que eso del horizonte. Y, además pasa una cosa muy curiosa; durante ocho días (terrestres) de cada año mercuriano, el sol retrocede en el cielo, para volverse a mover adelante tras esa fabulosa semana. Eso hace que, en algunas partes del planeta, amanezca dos veces el mismo día..."
En ese momento es cuando vi en Mercurio la típica expresión de desconcierto. "No acabo de entender por qué pasa", confesó. Yo no he podido evitar iluminar mi rostro con una sonrisa, e invitarle a leer vuestras respuestas en quince días.
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