¡Hola de nuevo a todos!
¿Que rápido pasa el verano, verdad? Parece que acabábamos de empezar las vacaciones, pero setiembre ya está aquí. ¿Habéis salido de viaje? Yo he ido al Monte Olimpo, residiendo en el palacio de Zeus; un gran anfitrión, como siempre.
En mi estancia en el hogar de los dioses, mi principal actividad ha sido disfrutar de los juegos en Pekín, naturalmente. Todos los habitantes de la cima helena han estado muy atentos al desarrollo de las competiciones que se organizan en el lejano oriente en su honor.
De hecho, la atención a todo lo que pasaba en Beijin llegaba hasta la obsesión en el Olimpo. Todas las conversaciones que yo iniciaba acababan tratando sobre los juegos. Recuerdo una, con Apolo, que comparaba las antiguas olimpiadas con las modernas. "La mayor diferencia es la vestimenta", comentaba entre carcajadas. "Además, ahora hay más deportes. Cada vez incluyen nuevas disciplinas. La que más me gusta de las nuevas es eso que hacen con bicicletas, el BMX".
Durante la hora siguiente no tuve más remedio que escuchar toda la historia del BMX; una versión con bicicletas del motocross. Apolo explicaba con pasión como los corredores atrabesaban una recta llena de montículos, a menudo saltando de la cima de uno hasta la cima del otro.
Finalmente, Apolo no pudo resistirse más y me confesó que se había estado montando un circuito en uno de los valles del monte. Aún estaba en construcción, la recta principal tan sólo tenía un pequeño tobogan; una especie de baden de tres metros de profundidad y de perfil parabólico. "He observado que, en obstáculos como este, muchos de los competidores prefieren saltar de borde a borde en vez de recorrer la superfície del obstáculo", continuó explicando el dios de la luz y el sol, "así que he probado a hacerlo así: salto de forma que mi máxima altura es igual a la profundidad del tobogán (es decir, tres metros sobre el nivel de los bordes). No obstante, he observado que mi tiempo por vuelta es peor cuando doy el salto que si recorro el tobogán por su superfície".
Noté cierto semblante preocupado cuando Apolo continuaba con su discurso "Me extraña, ¿por qué es más lento saltar como yo lo hago? Y, si es así, ¿por qué los concursantes de la BMX prefieren sortear los obstáculos saltando?".
"No te preocupes, Apolo", le tranquilicé, "tengo unos amigos que podrán ayudarte a entenderlo". Sí, esos sois vosotros. ¡Buena suerte!
¿Que rápido pasa el verano, verdad? Parece que acabábamos de empezar las vacaciones, pero setiembre ya está aquí. ¿Habéis salido de viaje? Yo he ido al Monte Olimpo, residiendo en el palacio de Zeus; un gran anfitrión, como siempre.
En mi estancia en el hogar de los dioses, mi principal actividad ha sido disfrutar de los juegos en Pekín, naturalmente. Todos los habitantes de la cima helena han estado muy atentos al desarrollo de las competiciones que se organizan en el lejano oriente en su honor.
De hecho, la atención a todo lo que pasaba en Beijin llegaba hasta la obsesión en el Olimpo. Todas las conversaciones que yo iniciaba acababan tratando sobre los juegos. Recuerdo una, con Apolo, que comparaba las antiguas olimpiadas con las modernas. "La mayor diferencia es la vestimenta", comentaba entre carcajadas. "Además, ahora hay más deportes. Cada vez incluyen nuevas disciplinas. La que más me gusta de las nuevas es eso que hacen con bicicletas, el BMX".
Durante la hora siguiente no tuve más remedio que escuchar toda la historia del BMX; una versión con bicicletas del motocross. Apolo explicaba con pasión como los corredores atrabesaban una recta llena de montículos, a menudo saltando de la cima de uno hasta la cima del otro.
Finalmente, Apolo no pudo resistirse más y me confesó que se había estado montando un circuito en uno de los valles del monte. Aún estaba en construcción, la recta principal tan sólo tenía un pequeño tobogan; una especie de baden de tres metros de profundidad y de perfil parabólico. "He observado que, en obstáculos como este, muchos de los competidores prefieren saltar de borde a borde en vez de recorrer la superfície del obstáculo", continuó explicando el dios de la luz y el sol, "así que he probado a hacerlo así: salto de forma que mi máxima altura es igual a la profundidad del tobogán (es decir, tres metros sobre el nivel de los bordes). No obstante, he observado que mi tiempo por vuelta es peor cuando doy el salto que si recorro el tobogán por su superfície".
Noté cierto semblante preocupado cuando Apolo continuaba con su discurso "Me extraña, ¿por qué es más lento saltar como yo lo hago? Y, si es así, ¿por qué los concursantes de la BMX prefieren sortear los obstáculos saltando?".
"No te preocupes, Apolo", le tranquilicé, "tengo unos amigos que podrán ayudarte a entenderlo". Sí, esos sois vosotros. ¡Buena suerte!
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