¡Que dura es la vida de una esfinge!
Enigmas, viajes, respuestas, turismo, conocimientos... Vale, quizá no es tan dura. Y menos ahora mismo, donde he tenido la fortuna de ser invitada a un inolvidable crucero en un precioso barco de vela. El itinerario es el idea, las aguas sureñas nos permiten huir del frío en que empieza a sumirse el hemisferio septentrional.
Y, como no, la compañía es más que ideal para semejante aventura. Ni más ni menos que los dioses Neptuno y Eolo son mis anfitriones en este periplo. ¿Quién mejor para asegurarnos calma chicha y viento en popa? Si sois capaces de pensar en alguien mejor, no dudéis en comunicármelo.
La verdad es que la invitación recibida no ha sido gratuita; mi billete para esta placentera expedición no ha sido más que una excusa de las deidades para que les ayude a emprender su odisea particular hacia el conocimiento. Así es, la amistad entre ambos ha llegado a tal punto que han decidido aprender las habilidades del otro. Por fortuna, mi relación con los misterios y el conocimiento me ha procurado una fama de ser buena profesora, así que esta es mi finalidad a bordo de esta nave.
Y bien sabe Zeus que mis servicios son más que necesarios. El primer día de clase, el diós acuático me comunicó -con alegría- que había aprendido por su cuenta las leyes de Gay-Lussac y Boyle-Mariotte, que le habían ayudado a comprender la dinámica de los gases. Sin duda un conocimiento muy útil para manipular los vientos. Mi ilusión se evaporó al escucharle exponer el siguiente desarrollo:
« Bien, sabemos de la ley de Charles y Gay-Lussac que el volumen es proporcional a la temperatura, lo cual me permito escribir como
Por otra parte, la Ley de Boyle-Mariotte, sabemos también que el producto de la presión por el volumen es otra constante, a saber
Ahora bien, dividiendo las ecuaciones (1) y (2) obtengo una nueva ecuación,
Como cualquier combinación de dos constantes es otra constante, puedo llamar . Por lo tanto,
Es decir: ¡la presión decrece al augmentar la temperatura! »
La verdad es que Neptuno parecía muy orgulloso de sus habilidades. Pero tanto Eolo como yo sentíamos una gota fría de sudor recorrer nuestras místicas frentes. Como ya imagináis, os voy a ceder el placer de corregir el error del señor de los mares.
Enigmas, viajes, respuestas, turismo, conocimientos... Vale, quizá no es tan dura. Y menos ahora mismo, donde he tenido la fortuna de ser invitada a un inolvidable crucero en un precioso barco de vela. El itinerario es el idea, las aguas sureñas nos permiten huir del frío en que empieza a sumirse el hemisferio septentrional.
Y, como no, la compañía es más que ideal para semejante aventura. Ni más ni menos que los dioses Neptuno y Eolo son mis anfitriones en este periplo. ¿Quién mejor para asegurarnos calma chicha y viento en popa? Si sois capaces de pensar en alguien mejor, no dudéis en comunicármelo.
La verdad es que la invitación recibida no ha sido gratuita; mi billete para esta placentera expedición no ha sido más que una excusa de las deidades para que les ayude a emprender su odisea particular hacia el conocimiento. Así es, la amistad entre ambos ha llegado a tal punto que han decidido aprender las habilidades del otro. Por fortuna, mi relación con los misterios y el conocimiento me ha procurado una fama de ser buena profesora, así que esta es mi finalidad a bordo de esta nave.
Y bien sabe Zeus que mis servicios son más que necesarios. El primer día de clase, el diós acuático me comunicó -con alegría- que había aprendido por su cuenta las leyes de Gay-Lussac y Boyle-Mariotte, que le habían ayudado a comprender la dinámica de los gases. Sin duda un conocimiento muy útil para manipular los vientos. Mi ilusión se evaporó al escucharle exponer el siguiente desarrollo:
« Bien, sabemos de la ley de Charles y Gay-Lussac que el volumen es proporcional a la temperatura, lo cual me permito escribir como
Por otra parte, la Ley de Boyle-Mariotte, sabemos también que el producto de la presión por el volumen es otra constante, a saber
Ahora bien, dividiendo las ecuaciones (1) y (2) obtengo una nueva ecuación,
Como cualquier combinación de dos constantes es otra constante, puedo llamar . Por lo tanto,
Es decir: ¡la presión decrece al augmentar la temperatura! »
La verdad es que Neptuno parecía muy orgulloso de sus habilidades. Pero tanto Eolo como yo sentíamos una gota fría de sudor recorrer nuestras místicas frentes. Como ya imagináis, os voy a ceder el placer de corregir el error del señor de los mares.
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